VE-05 SEPTIEMBRE 2014
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Las hermanas<br />
-¡Yo los vi, no miento, estaban cubiertos de sangre, muertos!- el<br />
grito retumbó en la sala.<br />
Los médicos se quedaron en silencio para luego retirarse a<br />
deliberar en un cuarto contiguo.<br />
La decisión no tardaría en llegar: la joven estaba desquiciada y<br />
quedaría internada en el Instituto de por vida.<br />
Volvieron al salón principal, pidieron retirar a la joven que fue<br />
llevada a su cuarto blanco, para poder comunicar la decisión a sus<br />
padres.<br />
Desgarrador fue el llanto y los gritos de ambos. Luego de un rato,<br />
cuando pudieron calmarse, firmaron los papeles y se retiraron del lugar<br />
con las cabezas gachas evidenciando un terrible dolor.<br />
Atravesaron el parque lentamente, abrazados. Una vez traspasados<br />
los umbrales del Instituto, comenzaron a sonreír de forma macabra,<br />
inexplicable, parecían felices...<br />
Un poco de historia.<br />
Era un pequeño pueblo, antiguo, donde el tiempo parecía no<br />
transcurrir y cuya población no superaba los trescientos habitantes. La<br />
Iglesia, la Municipalidad, la plaza y el caserío.<br />
Y en la casa más alejada, vivía la familia González, padre y madre<br />
con hermanas mellizas<br />
El padre, agricultor, tenía cinco hectáreas de tierra en las cuales<br />
cultivaba distintas clases de hortalizas y verduras. La última cosecha<br />
había sido muy buena, el clima había ayudado. Este invierno la bonanza<br />
reinaría.<br />
La madre se dedicaba a las tareas domésticas, a los animales de<br />
granja y al cuidado de sus dos hijas, Florencia y Penélope.<br />
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