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VE-05 SEPTIEMBRE 2014

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-¿Y ora, wei? ¿Qué te picó?<br />

-Nada, mi amorcito; solo quiero que tomes algo sabroso.<br />

-Bueno, tráemela. Pero que no esté muy caliente ni muy tibia…<br />

-Es decir, tesoro, lo quieres “a medios chiles”.<br />

-Así es, pendejo. Pero muévete, no quiero verte delante de mí; me<br />

provocas náuseas.<br />

-Sí, sí, ya voy, ya voy, mujercita linda.<br />

Y el hombre se fue la cocina para poner a calentar un chacape con<br />

agua en la estufa, y cuando calculó que ya estaba en su punto, la vació<br />

en una taza a la que le mezcló dos cucharadas de leche en polvo, una de<br />

café también en polvo, tres de azúcar, y sacando de entre sus ropas un<br />

pequeño frasco, le vació unas gotas de su contenido.<br />

Con una cuchara revolvió todo muy bien y con la taza en un plato<br />

dirigió sus pasos a donde estaba su esposa.<br />

-Aquí tienes, mi amor. ¿Quieres un pedazo de pan?<br />

-Pues trailo.<br />

Y doña Abigail sorbió dos gruesos tragos, mientras don Aristeo<br />

cerraba las puertas de la tienda para que nadie viera cómo la mujer se<br />

desvanecía, hasta quedar patisuelta en el piso.<br />

Por supuesto que al hombre lo metieron al bote, y allí les contaba a<br />

sus compañeros que, aunque encerrado, por fin había encontrado, si no<br />

la felicidad, sí la paz y la tranquilidad que tanto anhela su alma desde<br />

hacía tiempo.<br />

Jorge Martínez “Volivar” (Sahuayo de Morelos, México)<br />

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