Marzo Nº 112 - Biblioteca Virtual El Dorado

ventud que Re nos antoja la más simpática de las que entre
nosotros concurren al templo de Minerva.
Estas miradas retrospectivas, evocadoras, son convenientes
y necesarias y las justifican motivos superiores de patriotismo
solidario muy poco apreciados en las sociedades que
viven bajo el imperio de las instituciones democráticas,
Resulta que las nuevas generacioneR, o por ignorancia o
por falta de sensibildad histórica, suelen alimentar los más
tristes prejuicios con respecto a las que les han precedido
en el tiempo y en el espacio. Se imaginan que con ellas comienza
una nueva era sin nexos de ninguna clase con los hechos
realizados por 10R hombres antes o en otras partes y,
así, piensan y obran como si la historia careciese de eslabones,
como si cada uno de sus períodos hubiese terminado definitivamente
y no fueran lo que realmente son: parte de un proceso,
de una continuidad, en el que el hoy se halla tan ligado
al ayer como éste lo estará siempre al mañana La consecuencia
que se sigue de esta falacia del pensamiento, que
lo eH a un mismo tiempo del sentimiento, es esa actitud de
lastimpsa piedad, esa tierna compasión con que los nuevos
ciudadanos acostumbran mirar las edades idas y esa alta idea
(iue tienen de sí mismos, cual si ellos y sólo ellos fueran la
i'uma y compendio de todas las virtudes y de todas las capacidades.
Para contrarrestar esta viciosa y perj udicial actitud
nada es más aparente que mostrarles, de cuanùo en cuando,
a los jóvenes las altas cumbres humanas que no muy ie~
.lOS aún se destacan en las lejanías de nuestro propio tiempo
ensayando sintéticas apreciaciones acerca de su relieve para
averiguar cómo y en qué forma su obra perdura todavía en
nuestras propias obras.
Don Melchor Lasso de la Vega, distinguido maestro normal
y funeionario de importancia, como inspector escolar y
como empleado de la secretaría de instrucción pública del antIguo
departamento de Panamá, se distinguía 'ya como unidad
de valor en el campo de la educación istmeña en los días de
la secesión de Colombia, Su espíritu de trabajo, de cooperación
y de sacrificio por una caUSa cuya trascendencia sotial
apenas dé bese ponderar, habíanle conquistado un puesto
visible entre educadores como los Bravo, los Herrera y otros
es y propagadores de
contemporáneos suyos que eran adalid
la educación popular. Era el maestro entre los maestros, luchador
sin tregua en el aula, en la oficina, en la conferencia
amigable y (m donde quiera, viniera o no viniera a cuento, por
lo que podría llamarse la verdad en la enseñan~a, en sus métodos,
en RUS procedimientos, en lo que hace que ésta sea útil
y susceptible de despertar las inteligencias infantiles, abrién-
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