Marzo Nº 112 - Biblioteca Virtual El Dorado

las flores lo que dibuja la incrustación de color es el contorno;
el "relleno" de los pétalos lo forman unas labores de vainillas
con calados, realizados con la condición suprema que en cuantos
pétalos cuenten las rosas de la "pollera" entera los motivo!'
del relleno sean diferentes cada vez, Ya no es trabaj o de
enano, de romano o de benedictino, es trabajo de panameiía. . .
Tanto las guirnaldas como las grandes vainillas que unen
los volantes entre si deben ostentar el mismo color, con la
f:xcepción de la trenza doble de lana corrediza que cierra el
escote de la bata, rematada en el centro del pecho v de la
espalda por sendos pompones de lana. Estas trenílas" con sus
pompones han de lucir un color contrastante con el de las
guirnaldas (una de las combinaciones más espectaculares, sobre
el fondo blanco de la tela, son las guirnaldas en negro
con la trenza y los pompones escarlata). Gran cantidad de
enaguas almidonadas que en los tiempos pasados, que si_ernpre
fueron mejores, se ataban con botones de oro "chocuano",
despliegan todo el vuelo de la pollera, cuyo último volante
viene orlado de una riquisima y sutil puntila. Kn cuanto a los
zapatitos, que tienen más gracia si son de forma "ballerIna",
deben de llevar sobre el empeine una "mariposa" hecha del
cinta y encajes al color del pompón de la bata.
Don Narciso Garay refiere que, a eso de 1870, se solia
licompañar la pollera de un pañuelo o chal de "tejido de hilo
proveniente del Ecuador", el que se llevaba terciado como
una condecoración, cayendo un pieo por delante y otro por
detrás; y que las criollas a las que sus amas vestían de pollera
para que se exhibieran en las festividades, se colgaban en la
cintura la "cháchara", o bolsita de tejido, donde los amigos y
admiradores echaban el "remojo" o propina, y también refiere
Garay que si por el fin de siglo se iba a biÜlar tamborito c'l)n'
el sombrero Panamá calado, hoy se lo hii relegado para los
tamboritos de "segundo pelo", pues ahora se prefieren lucir
los tembleques. Y recordemos de una vez que el sombrero de
Panamá nació de una remesa de sombreros de paja toquila
de lVlontecristi-enviada en 1880 a Panamá desde el Ecuador.
Pero volvamos a los tembleques. Ahí tocamos a lo álgido
de la pollera: sus joyas. Dediquemos un cariñoso recuerdo a
MomÜeur Le M oyne y admiremos estas pesadas arracadas de
oro con lluvia de perlas, mosquetas de perlas, peinetas de esas
llamadas "de balcón" ribeteadas de perlas engarzadas en oro,
las que se usan por pares dobles; o esas otraR peinetas tan
nrimorosamente caladas donde oscilan tintineando diminutas
ê~ampanitas de oro; soñemos frente a esos escapularios de filigrana
de oro, de forma trapezoidal; esos dijes de oro, esas
monedas de oro engarzadas, cayendo esta dorada catarata de
las numerosas cadenas, sean "chatas", "media naranja", "ca-
68 LOTERIA