Marzo Nº 112 - Biblioteca Virtual El Dorado

hijos de Portugal. En 1607, .-cito un dato concreto- había
en Panamá tres mercaderes lusitanos que trataban en negros,
los cualeR en buen número despachaban para el Perú. Prometo
al profesor RicHrd un ensayo sobre el tema, y mientras ello
se e.iecuta, doy cumplimiento al desarrollo del epígrafe.
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Por Real Cédula expedida en Toledo el 4 de abril de 1534,
se comunicó al Ayuntamiento de Panamá que trasladase esa
población a otro Ritio, Más tarde, en carta de 10 de febrero
de 1591, desde La Habana, escrihieron el Maestre de Campo
.Juan de Texeda y el ingeniero Baptista Antone1l sobre la imperioRa
necesida(! de mudar la ciudad. Pero nada I1egó a hacerse
sobre asunto de tan vital importancia.
Mucho antes de la fundación de la nueva ciudad de Pa-
Il.,má, vivió en eRe paraje un ermitaño portugués que había
pronosticado la destrucción de la antigua Panamá, y quien,
con su ejemplo y RU tenaz valor y nunca pondera(Ja labor, animó
y obligó a trasladarse a ese lugar, que él consideró inmejorab
I e y de excelentes condiciones, a los reacios habitantes de las
ruinas de la ciudad que en 1671 asaltó el pirata inglés Sir
I-enry Morgan.
A mediados del año de 1669 llegó a la
antigua Panamá, en un navío del capitán
Amaro Rodríguez, procedente del puerto de
Realejo (Guatemala), un ermitañô portugués,
de 32 años de edad ya cumpli(ios, pobre
de aspecto y escaso de dinero.
Hermano. Gonzalo
de la Madre de Dios
Recorrió la población fundada en 1519
por Pedro Arias de Avila, aquella metró.
poli que fue orgullo de su tiempo, cuna del
descubrimiento del vasto imperio de los incas,
paso obligado de aventureros, de los
tesoros que iban a ESpaña, teatro de las hazañas
de Bachiaco, Hinojosa y los Contreras,
en busca de un asilo sano y seguro, El
Prior del Convento de San Juan de Dios le
negó albergue -a pesar de sus súplicas-
.Y durante varios días tuvo que dormÍr en
los muladares de la urbe. Demoró por ventura
poco esa accidentada vida, pueg graciaR
al padre Fray Pedro de Cabrera, de la
Orden de San Francisco, quien lo llevó a su
convento y lo presentó al padre Fray Martín
de Prado, se le hizo la existencia un poco
más llevadera, Su misión cons stió en pew
dir limosnas. En sus diarias correrías Ue-
LOTERIA
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