Marzo Nº 112 - Biblioteca Virtual El Dorado

tes personalidades que más tarde hubieron de desempeñar en
la vida nacional del Istmo un brillante papel al constituirse
éste en RepÚblica independiente de Colombia.
Uno de ellos fue Don Melcbor Lasso de la Vega, graduado
de Maestro de Educaeión P~lemental el 15 de febrero de 1884,
Sm, primeras actividades en la vida pÚblica fUeron, naturalmente,
las de la educación. Del aula de clases, por su
competencia y laboriosidad, pasó a la Inspección de Instrucción
Pública de las Provincias de Veraguas y Chiriquí entre 189:3
y 1895, en cuyo Último año fue nombrado Subsecretario de
Instrucción Pública hasta 1900, desempeñando al mismo tiempo
el profesorado en la Escuela Normal y en el Colegio privado
del Sagrado Corazón, De 1899 a 1901 dirigió como Roctor
el Colegio del Istmo.
Alternó las labores pedagógicas con las políticas entre
1898 y 190:3, al ocupar un escaño en la Asamblea Legislativa
DepartamentaL
Al crearse en 1 !)û3 la República de Panamá, Don M elchor
continuó desarrollando las actividades de su áfición predileda:
la educación, más entusiasmado porque un sentido patriótico
estimulaba su obra. Había de dar a la nueva nación todo el
aporte de los conocimientos y la experiencia adq uiridos en los
dos lustros de dil'.:mismo educativo en las aulas de clases.
En enero 22 de UlOfi el primer Presidente de la República,
Dr. Manuel Amador Guerrero, ante una crisis interna de su
gobierno que afectó al Gahinete ministerial, al susc1tarse la
vacante de la Cartera de Instrucción Pública puso los ojos en
el señor Lasso de h~ Vega y le ofreció el alto cargo de Secretario
del Ramo, Don Melchor aceptó la dist;nguida posición
y en los dos años que estuvo al frente de ella desarrolló una
labor de señalado beneficio para el país.
Su plan de trabajo como dirigente de la educación lo
expuso en la primera Memoria que presentó a la Asamblea
Nacional en 1906 para informar a los legisladores sobre las
actividades de su Cartera. Exprésase así: "Si es que de veraR
deseamos asentar la República sobre la base sólida de la instrucción
pÚblica del pueblo, Única capaz de sustentada, sigamos
el ejemplo que nos dan todos los países que nos llevan la
delantera; establezcamos la instrucción gratuita y obligatoria,
no con la intención, sino en la realidad; sin locales escoh'ires
propios y b~en acondicionadOR, tal principio Rerá siempre una
mentira. No nos asustemos del progreso y convengamos en
que sí puede Rer nuestro huésped. Creo oir ya la voz de alarma
que a muchos arrancará lo que voy a proponeros al respecto,
pero ella no me arredra porque son ingénitas en nuestra raza
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