Marzo Nº 112 - Biblioteca Virtual El Dorado

lourment et notre grandeur..." 19) ("La angustia, lejos de
~er un obstáculo a la acción, es su misma condición, y forma
una sola cosa con el sentido de esta aplastante responsabilidad
de todoH ante todos que hace nuestro tormento y nuestra
grandeza, . . ")
La especie humana, por lo tanto, queda hermanada -gracias
a su conciencia del absurdo, a su condición de mortal
e~~paz de ejercer su capacidad de elección que, a HU vez, afirma
su libertad, y al hecho de que el ente exiHte primero y
luego define o crea su esencia a través de su existencia...
Y, de ahí, que el hombre particular -de acuerdo con Sartretenga
siempre presente ~. su especie en sus decisioneR y acciones.
En síntesis: la ética existencialista Se basa en la aceptación
de que cada ente particular representa, en todo momento,
a toda su especie.
Ahora, d~~da la esq uemática presentación que hemos hecho
de algunos puntos salienteR de la fisolofía existencial, quizá
podamos adentrarnoR en el por qué de la fraRe anterior: "Je
suiR, done .J'ecris," que atribuíamos como causa, o razón de
ser de la cre~.ción literaria de J ean Paul Sartre: "Hacer, y
al hacer hacerRe, y no ser más que lo que él se ha hecho"
-nos ha dicho Sartre. Y, luego, al concluir la novela La nauaée:
"Debo partir" -nos dice,- .. . No llego a decid ¡rme. Si
solamente estuviera seguro de que tengo talento, Perc,
nunca, nunc~~ he cRcrito artículoR de eRa índole, ArtículoR
históricos sí, muchoR de ellos. Un libro. Una novela. Y
habrían personas que leerían ese libro y dirían: "Antoine
Roquetin lo escribió, un pelirrojo que rondaba los cafés",
Y penRarían acerca de mí vida -como yo ahora pienso
en la de la Negra: como algo precioso y CHRi legendario.
Un libro. Naturalmente, en un principio sería un libro
tedioso, aburrido, que no me impediría el hecho de existir
o àe sentir mi existencia, Perö, llegaría el momento en
que ya habría de estar escrito, en que Quedaría tras de
mí; y creo que -entonces- algo de su claridad recaería
Robre mi pasado. Y, entonces, gracias a él, yo podría recordar
mi vida sin repugnancia. Quizá un día -pensando
en esta hora vivida, en eRta hora grisáce~~ en que espero
que se haga la hora para abordar el tren, quízá sienta mi
corazón palpitar con más fuerza y me diga t. mí mismo:
ese fue el día, esa fue la hora en que todo empezó. . .
y quizá, entonces, logre aceptarme a mí mismo. . ." (La
nausée) (l01
191 Idem.
1101 Sattre, La Nausée, pp, 2:n - 2BS.
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