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Libro_Violencia_vs_mujeres_EdoMex_Feminicidio_Nadia_Mucino

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<strong>Violencia</strong> contra las Mujeres en el<br />

Estado de México<br />

“…no sé cómo puedo explicarte pero se te acaba la ilusión de vivir, yo siempre había<br />

sido una mujer entusiasta con, con, siempre mis hijos fueron mi razón de, de<br />

mi esfuerzo, el trabajo para que ellos fueran algo más de lo que yo había podido<br />

ser, que la vida se les hiciera lo menos complicada que se le pudiera, se pueda tener<br />

una vida más fácil y, y a esta niña le pasa esto, yo estaba enojada con ella y le<br />

digo ’¿no pensaste en mí, ¿no pensaste en tus hijos’, verla a ella muerta, yo estuve<br />

muchas horas ahí con ella… estuve seis horas con ella ahí, te digo que sentimientos<br />

encontrados, ¿no, mucho dolor pero me, estaba enojada conmigo pero también<br />

con ella, fíjate, también con ella…”<br />

Durante estos primeros meses, María Antonia no sólo hacía enormes esfuerzos<br />

por mantenerse “fuerte” o “valiente” frente al dolor de su esposo e hijos, sino<br />

que, además, debió hacerse cargo de sus nietos, quienes se encontraban profundamente<br />

traumatizados por todo lo sucedido; en este contexto, la madre de<br />

<strong>Nadia</strong> se convirtió en el sostén de la familia y no pudo darse la oportunidad de<br />

contar con un espacio adecuado para su propio dolor.<br />

“…al principio de que <strong>Nadia</strong> murió era de que a mi esposo se le metió la idea y dice<br />

’lo voy a matar’, decía ’voy a matar a Bernardo’, entonces era una locura por que<br />

llegaba tarde y yo estaba angustiada, preocupadísima de si hubiera, si fue allá<br />

arriba ¿no, si fue a la casa de Bernardo, porque de que lo iba a espiar se tiene que<br />

encontrar a Bernardo, entonces al principio era, fue los primeros meses horrible,<br />

de veras, porque ya llegaba, era tarde y me iba a buscarlo al negocio, al taller<br />

y no estaba y ya regresaba yo a la casa y ‘¿no ha llegado’, ‘no, no ha llegado’. y<br />

entonces me volvía su espía y dónde andaba, dónde andaba, luego subía a la casa<br />

de Bernardo a ver si veía a mi esposo y, bueno, no lo veía y ya estaba yo tranquila,<br />

pero como tres veces estaba ya cerca de la casa de Bernardo y ya iba yo por él y<br />

‘órale, a tu casa, te me regresas a tu casa’, o sea, fue difícil que entrara en razón,<br />

yo le decía ‘es que si Bernardo se muere no va a pasar ya nada, al contrario, la<br />

vergüenza de tus hijos que eres igual, no, no, no, vamos’, le decía ‘vamos a luchar,<br />

vamos a luchar, se le hará justicia pero tú no te vas a ensuciar las manos, tú no’, y<br />

pues al principio costó mucho trabajo, fue muy difícil los primeros meses de veras,<br />

de veras, fue muy difícil…<br />

“un caos en casa porque, pues, si bien antes le cuidaba a los niños (a <strong>Nadia</strong>), no<br />

era una responsabilidad completa, era una responsabilidad, una semi-responsabilidad<br />

compartida cuando, de pronto, se me quedan los chiquillos, y en la forma en<br />

la que se me quedan ¿no, tan, tan mal… un caos, todo un caos... y pues a buscarle<br />

terapia a Pepe, a los tres, pero más que nada a Pepe y, una locura...”<br />

María Antonia se volcó completamente a la tarea de buscar justicia para su hija<br />

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