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Capítulo 6<br />
Informe Europeo sobre el Desarrollo de 2009<br />
La capacidad de los gobiernos de los países frágiles para reaccionar ante la crisis no sólo se ha visto obstaculizada por la propia fragilidad, sino<br />
también por las crisis anteriores alimentaria y de combustible: los países frágiles importadores de alimentos y petróleo han recibido el golpe<br />
de los efectos reales de la crisis cuando ya se encontraban en una situación enormemente tensa, que limitaba sus ingresos e inversiones.<br />
El colapso mundial de la demanda ha provocado pérdidas de puestos de trabajo en muchos sectores. Según BAfD (2009c), en África<br />
subsahariana habrá 27 millones de nuevos pobres, 28 millones de puestos de trabajo más vulnerables (sobre todo en la minería,<br />
pero también en la fabricación) y 3 millones más de desempleados como consecuencia de la crisis. Las evaluaciones recientes<br />
indican grandes reducciones del horario laboral, que obligan a los trabajadores a cambiar a actividades menos productivas o al<br />
sector sumergido, con sus altas tasa de desempleo e inseguridad de ingresos. 46<br />
Estrategias de respuesta en el hogar: los efectos directos sobre los hogares también dependen de la disponibilidad de los activos,<br />
la diversificación de los ingresos, los ahorros y las redes locales de seguridad, como las asociaciones funerarias. Los cambios en los<br />
precios afectan tanto a los productores netos como a los consumidores netos. La reducción de la demanda mundial de materias<br />
primas empuja los precios a la baja, y reduce los ingresos de los productores. Una caída de precios es buena para los consumidores<br />
netos, pero por desgracia la transmisión de la reducción nunca es completa, y tarda mucho tiempo en alcanzar al consumidor final. 47<br />
La inflación de los precios de los alimentos es muy alta y, con el tiempo, pone en peligro la seguridad alimentaria y reduce lo que<br />
los pobres pueden gastar en las partidas no alimentarias, como la educación o la salud.<br />
La combinación de activos y mecanismos de seguros conforma las estrategias de respuesta de los hogares de los países frágiles. Es<br />
probable que las familias vendan activos para hacer frente a la crisis, que saquen a los niños de la escuela, que reduzcan la dependencia<br />
de la atención sanitaria y recorten el gasto en alimentación, recurriendo a productos de peor calidad con menos calorías. Esta situación<br />
da lugar a un círculo vicioso que socava las posibilidades de las generaciones más jóvenes de salir de la pobreza. De hecho, es muy<br />
poco probable que los niños vuelvan a la escuela una vez finalizada la crisis, o que consigan recuperar las lagunas educativas creadas<br />
por su falta de asistencia. Y la reducción del consumo de alimentos en niños puede acarrear consecuencias irreversibles (recuadro 6.3). 48<br />
Recuadro 6.3: Conmociones adversas y protección social: función de las instituciones<br />
financieras formales e informales<br />
Autora: Abena D. Oduro, Departamento de Economía de la Universidad de Ghana<br />
Los indicadores objetivos del riesgo en África incluyen la variabilidad de la pluviosidad, la estacionalidad de los precios de<br />
los cultivos y la proporción de hogares sin acceso a agua potable y saneamiento seguros. La incidencia de las conmociones<br />
autorreferidas es otro indicador de la amplitud y la naturaleza del riesgo y las conmociones a los que se enfrentan los<br />
hogares africanos. En Tanzania, por ejemplo, aproximadamente dos terceras partes de los hogares rurales estudiados en<br />
Kilimanjaro y Ruvuma refirieron conmociones que habían afectado a sus medios de subsistencia durante un período de<br />
cinco años (Sango et al., 2007).<br />
Los hogares suelen verse afectados por más de una conmoción. En Tema, un distrito principalmente urbano de Ghana, la<br />
mayoría de los hogares refirieron una o dos conmociones durante un período de dos años. Esta constatación contrasta con<br />
Builsa, un distrito principalmente rural, donde más de la mitad de los hogares refirieron más de cuatro crisis en ese mismo<br />
período. La crisis mundial actual y su impacto en las economías africanas añaden una capa de riesgo e incertidumbre más<br />
a las comunidades y los hogares ya en peligro.<br />
Los efectos de las conmociones se dejan sentir a corto y largo plazo. Por ejemplo, las matriculaciones escolares de niños y niñas<br />
en Costa de Marfil se redujeron tras una catástrofe meteorológica. Se produjo un aumento de la desnutrición entre los niños en<br />
las áreas afectadas por el desastre (Jensen, 2000).<br />
La reducción de las inversiones en la educación y la salud de los niños después de una catástrofe puede tener consecuencias<br />
negativas a largo plazo. La disminución del consumo significa que algunos hogares o personas pueden caer en la pobreza o, si<br />
ya lo estaban, seguir en ella. En algunos países, el número de pobres transitorios, que entran y salen de la pobreza, puede ser<br />
considerable.<br />
Al responder a una conmoción adversa, los hogares equilibran la reducción del consumo y el agotamiento de los activos. Emplean<br />
muy diversas medidas para gestionar el riesgo y responder a las conmociones negativas. Estos mecanismos de respuesta dependen<br />
en gran medida de la familia (nuclear y extendida) y de otras redes y autoseguros (por ejemplo, la venta de activos). Se recurre<br />
poco a la protección social pública y a los instrumentos formales de crédito y seguros.<br />
46<br />
Banco Mundial, 2009a.<br />
47<br />
ODI, 2009b.<br />
48<br />
Banco Mundial, 2009b.<br />
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