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OTILIO CARVAJAL MARRERO<br />
Tony, la cossa nostra, y Nati, mi madre, se parecen<br />
mucho: cuando no dices lo que quieren escuchar<br />
se van dando un portazo.<br />
A mí no me importa.<br />
A mí me da igual vivir con puertas o sin puertas.<br />
A lo que si no estoy dispuesto a renunciar es a sentir<br />
nuevamente los labios de mi abuelo sobre los míos.<br />
Si no es mi cura al menos será mi alivio.<br />
Es cierto que no puedo recordar su cara, ni sus<br />
ojos, ni sus manos, ni su voz, pero estoy seguro que en<br />
cuanto me ponga los labios en la boca lo reconoceré.<br />
Trescientas personas pueden venir y hacer lo<br />
mismo y lo reconocería a él entre todas ellas.<br />
Aunque quizás ya no quiera besarme en los labios.<br />
Mis labios han cambiado mucho; ahora son gruesos<br />
y se doblan hacia arriba, siempre están húmedos,<br />
pegajosos, y como no me cepillo los dientes deben<br />
saber peor que los labios de Diego Velázquez, el a<strong>del</strong>antado,<br />
aunque a decir verdad no sé a qué saben los<br />
labios de Diego Velázquez, el a<strong>del</strong>antado, ni creo que<br />
nadie sepa.<br />
Tuve la oportunidad de besarlo en los labios<br />
cuando era mucho <strong>más</strong> joven, él me lo hubiera permitido,<br />
¡estaba tan enamorado de mí!, pero yo no<br />
quise para no confundirme cuando mi abuelo regresara;<br />
ade<strong>más</strong>, hay privilegios que solamente se le dan<br />
a una persona en el <strong>mundo</strong>.<br />
Yo le di a mi abuelo el privilegio eterno de mi amor.<br />
Mi mamá lo sabe y sufre con eso.<br />
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