You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
OTILIO CARVAJAL MARRERO<br />
su magnitud lo que pretendía Sidartha, por eso volví<br />
mi cabeza hacia la pared y pensé en letras rojas<br />
fosforescentes.<br />
—¡Hable de una vez!<br />
—Ya, ya, ya —dijo Sidartha—. No se desesperen.<br />
Si doy todos esos rodeos es porque las cosas sencillas<br />
son las <strong>más</strong> difíciles que existen. La única solución es<br />
la siguiente: Usted, Don Lucas, se meterá debajo de<br />
esa cama con el a<strong>del</strong>antado, porque ningún ser vivo<br />
que no haya percibido la presencia de Baba puede ser<br />
testigo de lo que pasará. Luquitas y yo cambiaremos<br />
de espíritu. O sea, se quedaran estas dos cajas o recipientes<br />
a las que los mortales les llamamos cuerpos,<br />
pero mi espíritu ya viejo y cansado entrará en el cuerpo<br />
<strong>del</strong> muchacho y el suyo entrará en este cuerpo<br />
que he creado a la imagen de lo que debió ser el cuerpo<br />
de Luquitas de no haber sucedido el accidente.<br />
Será fácil. Solamente tenemos que cerrar los ojos y<br />
pensar en Dios. Pensar en Dios es difícil para los que<br />
no han sido visitados por Él, pero para Luquitas y<br />
para mí, que desde hace muchos años no hacemos<br />
otra cosa en todo el día, será cosa de minutos. No lo<br />
mando afuera, don Lucas, porque en este cuarto se<br />
producirá un ruido que ja<strong>más</strong> se ha escuchado en todo<br />
el pueblo y necesitamos que usted abra la puerta y<br />
que todos comprueben que aquí adentro no ha pasado<br />
nada.<br />
—A mí me parece bien —dijo mi abuelo—, pero<br />
qué va a ser de ti.<br />
80