You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
OTILIO CARVAJAL MARRERO<br />
<strong>El</strong> viejo se quedó pasmado. No le cabía la <strong>más</strong><br />
mínima duda de que la voz era la de Sidartha, <strong>del</strong><br />
mismo Sidartha que lo ayudara a escalar la pirámides<br />
de la Luna en México, <strong>del</strong> mismo Sidartha con piel<br />
de indio y cabello chino, manos indias y pies chinos,<br />
boca por dentro de indio y por fuera de chino, ojos<br />
negrísimos y rasgados, <strong>del</strong> mismo Sidartha que hiciera<br />
junto a él el viaje desde San Juan Teotihuacán hasta<br />
Miami y le contara sobre las múltiples reencarnaciones<br />
que había tenido su espíritu. Pero solo la voz, la voz<br />
suave, dominante, que nada tenía que ver con el aspecto<br />
agresivo <strong>del</strong> nuevo cuerpo que la envolvía. Y lo<br />
decidió en un segundo: callar hasta que el muchacho<br />
pudiera explicarle bien claramente lo que pasaba.<br />
—Hija —dijo—, él es Sidartha, mi amigo.<br />
Nati, la hija, y el muchacho se rozaron apenas<br />
las manos. <strong>El</strong>la sintió otra vez el mismo escalofrío que<br />
le recorrió todo el cuerpo pero esta vez acompañado<br />
por una tibieza tan confortadora que apenas pudo<br />
atrapar entre los dientes un gemido de placer que le<br />
salió desde el estómago.<br />
52