Nº - Legislatura de Río Negro

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Muchos lo recordarán como hombre de la política, otros además lo
recordaremos por otras virtudes, por otras tareas no menos importantes a la hora
de homenajearlo. Cierro los ojos y puedo verlo en el año 1974, en el viejo edificio
de la Escuela 53, en Cipolletti, con su guardapolvo blanco, rodeado por todos sus
alumnos preadolescentes, siempre sonriente, firme, enseñándonos -más allá de
las ciencias naturales, sociales, matemáticas- valores, qué debíamos hacer para
ser buenas personas, cómo debíamos formarnos para ser libres. Me parece
escucharlo cuando nos decía: ¡No se callen! ¡Digan lo que está mal! ¡Digan lo que
está bien! Los niños y las niñas de Las Perlas también pudieron aprender con él
en la escuela primaria, ya que en el año ’75 fue su primer director.
Banfield y Cipolletti eran sus dos amores, a tal punto que su empresa,
una firma de correo privado, la denominó BANCI, en alusión a ellas. Tenemos
entendido que sus cenizas –por pedido de él- serán esparcidas en Las Perlas y en
la cancha de Banfield.
Alguien que compartió el camino de la política con él, ayer escribió: “La
política no va a ser la misma sin Leandro Gómez”. La política pierde una
referencia de honestidad y apasionamiento en la defensa de sus ideales. Fue
bueno reencontrarlo en la vida, defendiendo con la misma pasión su ideal de una
sociedad mejor. Para él, la política sólo fue un medio, un camino para la
construcción de una nueva sociedad, una sociedad más justa, democrática y
tolerante. El perfil de Leandro estaba trazado por un gran idealismo, era un
militante, reunía en una misma persona una profunda calidad humana y una gran
capacidad técnica y política. Era un hombre comprometido con las causas
sociales.