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Derechos humanos: Debates contemporáneos - Instituto Electoral y ...

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FOLIOS1para quienes vivieron en la época estoica de “la brega de eternidades” (unade las consignas de los patriarcas del pan) como para aquellos a quienes leshan tocado los años sonrientes de vacas gordas. En el primer caso porque,aun cuando pudiera aducirse que Efraín González Luna, Efraín González Morfíne Ignacio González Gollaz compitieron oficialmente como candidatos ala Presidencia de la República (los dos primeros por el pan y el último porel pdm), sus posibilidades reales de acceder al poder estaban canceladas deantemano, pues se postularon para el más alto cargo del país en una época(la del extensísimo apogeo del pri) en que ningún candidato presidencial deoposición podía ganar ni siquiera en el caso en que hubiera podido noquearelectoralmente a sus opositores.en el segundo caso, porque, no obstante que el pan llegó al poder local en1995, la influencia política de los panistas jalisciense ha sido también muypoco relevante fuera de la jurisdicción estatal. Y ello aun en el caso de FranciscoRamírez Acuña quien, a comienzos de 2005, siendo gobernador de laentidad, apadrinó la postulación como precandidato del pan a la Presidenciade la República de la persona que, en efecto, desde el 1 de diciembre de2006, acabaría ocupando dicho cargo: el michoacano Felipe Calderón. Peroaun cuando esta apuesta política le haya salido a pedir de boca al panista jaliscienseRamírez Acuña, su paso por el gabinete presidencial fue poco afortunado,pues luego de obtener el nombramiento de secretario de Gobernación,a los trece meses fue destituido del cargo y sin haber obtenido siquieraun modesto premio de consolación; lo que parafraseando a Pedro Calderón dela Barca equivaldría a decir: a mal fin, no puede haber buen comienzo.y lo anterior, por lo que hace a la derecha jalisciense. En cuanto la izquierda,ésta siempre ha sido muy minoritaria en la entidad. En el pasado, estuvoligada y en buena medida también cooptada por el partido en –y sobre tododel– el gobierno (el pri), así como por los distintos regímenes “revolucionarios”,y cuando no fue así, pues se dedicó a pernoctar más o menos plácidamenteen el campus universitario público (el de la Universidad de Guadalajara).En el presente, las autodenominadas fuerzas políticas “progresistas” deJalisco, aparte de seguir siendo bastante magras, se encuentran dispersas ydiseminadas (otra de sus señas de identidad) entre la delegación local delprd (Partido de la Revolución Democrática), algunos ong, ciertas agrupacionesgremiales y el ya referido campus de la universidad pública.además de los lastres históricos, otros factores han obrado en contra de laclase política jalisciense: su canibalismo, sus conflictos intestinos y su limitadacapacidad para defender causas comunes o de beneficio colectivo, superandodiferencias ideológicas e intereses de grupo, facción, partido... Ellohabla tanto de la estrechez de miras y de la mezquindad de no pocos actorespolíticos tapatíos como de una limitada aptitud para lograr acuerdos. Y a esaescasez de grandes negociadores habría que sumar el hecho de que algunasde las personas más aptas en este ámbito no hayan surgido propiamente dela clase política profesional, sino de las otras fuerzas vivas. Tal sería el casodel cardenal José Garibi Rivera, quien durante los 34 años en que estuvo alfrente de la Arquidiócesis de Guadalajara (de 1936 a 1970) fue una excelente

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