y la prueba doble ciego. Finalmente las disputas se centraron en la autoridad<strong>de</strong> las estadísticas, versus la experiencia personal como un medio productor<strong>de</strong> conocimiento. Marks argumenta que a pesar <strong>de</strong> esos conflictos, la RCT fuefinalmente adoptada por el énfasis <strong>de</strong> los estadísticos sobre la necesidad <strong>de</strong> elevarlos estándares <strong>de</strong> la experimentación terapéutica, lo que creó una alianzanatural con reformadores médicos que buscaban mejorar las prácticas médicas.Al hacer esto, los estadísticos se unieron a estos reformadores como parte <strong>de</strong> ungran movimiento progresista. Los partidarios <strong>de</strong> este movimiento progresistaeran americanos <strong>de</strong> clase media, en su mayoría con un buen nivel <strong>de</strong> educación,quienes creían que una reforma social era necesaria y que la mejor manera <strong>de</strong>lograrla era implementando principios científicos en una manera organizada,mo<strong>de</strong>rna y sistemática. La reforma <strong>de</strong> la Asociación Médica Americana, la creación<strong>de</strong> organizaciones reguladoras, controles profesionales más estrictos y lareestructuración <strong>de</strong> la educación médica son típicos compromisos <strong>de</strong>l reformismo.Los reformadores médicos dirigieron sus esfuerzos particularmente aregularizar y profesionalizar las prácticas médicas a través <strong>de</strong> una ciencia y unaracionalidad mo<strong>de</strong>rnas. Este grupo hizo un esfuerzo particular en distinguir, porun lado, médicos profesionalmente instruidos y a los practicantes alternativos,y por el otro a los charlatanes. El uso <strong>de</strong> la estadística era parte <strong>de</strong> la racionalizacióny la ciencia que ellos propugnaban para la medicina, así como la batallaalre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> su implementación en las prácticas médicas, reflejaba los puntos<strong>de</strong> vista profesionales e i<strong>de</strong>ológicos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un campo cambiante.Si bien la adopción <strong>de</strong> la RCT era controversial entre los investigadores médicos,esta presentaba aún más problemas para la industria farmacéutica. Elacta Kefauver-Harris <strong>de</strong> 1962, no mencionaba la RCT ni las regulaciones paraimplementarlas, las cuales no fueron promulgadas sino hasta 1970. La Upjohnpresentó una <strong>de</strong>manda para impugnar el acta, alegando que el éxito comercial<strong>de</strong> un fármaco era la prueba sustancial <strong>de</strong> su seguridad y eficacia, pero la corte<strong>de</strong>clinó el argumento, sosteniendo que la seguridad y eficacia <strong>de</strong> un fármaco<strong>de</strong>berían ser <strong>de</strong>mostradas en pruebas clínicas bien controladas.Como se discutió anteriormente, las RCT doble ciego que usan placebos, sonun mo<strong>de</strong>lo tan dominante en la investigación <strong>de</strong> pruebas clínicas, que la eliminación<strong>de</strong>l requisito <strong>de</strong>l uso <strong>de</strong> placebo en pruebas <strong>de</strong> fármacos para el sida se<strong>de</strong>bió a años <strong>de</strong> movilizaciones sociales por parte <strong>de</strong> activistas <strong>de</strong>l sida. Estosargumentaban que el uso <strong>de</strong> placebos en pacientes con sida era algo antiéticoy que su utilización se <strong>de</strong>bía únicamente en la necesidad <strong>de</strong> la industria farmacéutica<strong>de</strong> cumplir las <strong>de</strong>mandas en cuanto a la eficacia <strong>de</strong> los medicamentos.Aunque es imposible asegurar cuáles fueron las motivaciones <strong>de</strong> la respuestapor parte <strong>de</strong> la industria al introducir la RCT en 1960, no hay duda <strong>de</strong> esta queha llegado a aceptar la RCT <strong>de</strong> todo corazón.El <strong>conejillo</strong> <strong>de</strong> Indias profesional129
La búsqueda <strong>de</strong> una “economía <strong>de</strong>l conocimiento”en la Fila<strong>de</strong>lfia <strong>de</strong>sindustrializadaEn las décadas posteriores a la II Guerra Mundial, Fila<strong>de</strong>lfia experimentó unproceso <strong>de</strong> <strong>de</strong>sindustrialización. Aunque esta ten<strong>de</strong>ncia era también evi<strong>de</strong>nte anivel nacional e internacional, fue particularmente fuerte en Fila<strong>de</strong>lfia <strong>de</strong>bidoa su esencia manufacturera, el aumento <strong>de</strong> suburbanización en la región, y a su<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> recursos estatales y fe<strong>de</strong>rales inestables (Goo<strong>de</strong> y Schnei<strong>de</strong>r1994).La base industrial <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong>pendía fuertemente <strong>de</strong> la producción <strong>de</strong> bienesperecibles. En 1950 cerca <strong>de</strong>l 30% <strong>de</strong> los empleos manufactureros en Fila<strong>de</strong>lfiapertenecían al sector perecible, mientras que el promedio nacional era <strong>de</strong>l 19%(Summers y Luce 1988). Estas industrias eran más sensibles a los costos laboralesya que tenían menos capital fijo que los productores <strong>de</strong> bienes no perecibles,los cuales eran capaces <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r a los cambios en la tecnología productiva,así como el flujo <strong>de</strong> capital. Como resultado, Fila<strong>de</strong>lfia perdió más <strong>de</strong> su basemanufacturera que otras ciuda<strong>de</strong>s. Uno <strong>de</strong> los sectores más severamente afectadosfue el textil y el <strong>de</strong> vestimenta, los cuales representaban el 25% <strong>de</strong>l total<strong>de</strong> empleo manufacturero <strong>de</strong> Fila<strong>de</strong>lfia en 1947. Entre 1947 y 1986 la industriaperdió más <strong>de</strong> 97.000 empleos, un impresionante 74% <strong>de</strong> todos los trabajos enel sector (Adams et al. 1991, 31). En total, entre 1955 y 1990, Fila<strong>de</strong>lfia perdiócerca <strong>de</strong> tres cuartas partes <strong>de</strong>l trabajo manufacturero (Stull y Mad<strong>de</strong>n 1990, 22;Adams et al. 1991, 30).La dispersión suburbana agravó los efectos <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sindustrialización <strong>de</strong> la ciudad.La mayor parte <strong>de</strong> población y empleos se reubicaron en condados aledañosal área metropolitana <strong>de</strong> la ciudad. Aunque esto no es algo único, los datosmuestran que Fila<strong>de</strong>lfia perdió más actividad económica hacia los suburbiosen comparación al estándar <strong>de</strong>l 42% en áreas metropolitanas a nivel nacional(Summers y Luce 1988). Entre 1970 y 1980 la ciudad perdió el 11,9% <strong>de</strong> suspuestos <strong>de</strong> trabajo, mientras que en el resto <strong>de</strong> áreas metropolitanas se dio <strong>de</strong> hechoun aumento general. El promedio <strong>de</strong> pérdida para otras ciuda<strong>de</strong>s centrales anivel nacional era <strong>de</strong>l 6,2%, lo cual muestra un impacto mucho más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>la dispersión suburbana en Fila<strong>de</strong>lfia (Goo<strong>de</strong> y Schnei<strong>de</strong>r 1994, 30).Finalmente, los efectos <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sindustrialización en la ciudad se incrementaronpor una disminución en la base imponible, junto con una reducción drástica <strong>de</strong>los fondos fe<strong>de</strong>rales a principios <strong>de</strong>l 1980.Fila<strong>de</strong>lfia batalló para reposicionarse por medio <strong>de</strong> una fuerte <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> laeconomía <strong>de</strong> servicios, experimentando un incremento en sus finanzas, seguros,bienes raíces, tecnología, servicios legales y educación. Pero las otras ciuda<strong>de</strong>s130 Roberto Abadie
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