Una-teoria-sobre-la-vida

Ángel L. Arroyo Montemayor, María Arroyo Blázquezacción. Sin embargo, necesita apoyarse en el cerebro emocionale incluso a veces, este es capaz de bloquearlo y actuar deforma autónoma. En definitiva, las emociones son la base quesustenta al ser humano, de ellas depende su supervivencia, suinteligencia y su motivación por la vida.17. Existe un estado de funcionamiento de nuestro cerebro,“estados no ordinarios de conciencia” en el que, a veces, sinperder las características propias del “yo consciente” y sinintervención de los canales normales de recogida de informaciónsomos capaces de acceder a un estado atemporal. Enél, cualquier tipo de información puede fluir hasta nosotrossin la intervención de los canales normales de percepción, lainformación es analógica (abarca todas las facetas a la vez),somos capaces de comprender las intrincadas relaciones quese dan entre todos los elementos de un suceso concreto o delUniverso entero, y nos sentimos en perfecta unión con todolo que nos rodea.18. Los sectores más punteros de la ciencia actual vienen a confirmarnosla existencia en el ser humano de una conciencia noligada al plano material, y cuya esencia parece pertenecer alplano espiritual. Esta conciencia tiene la capacidad de trascenderlos límites del espacio y del tiempo.19. Aparentemente la conciencia no es un atributo exclusivo delser humano, también los animales y las plantas están dotadosde una conciencia cuyo grado evolutivo no sería comparablea la nuestra, así como su grado de evolución biológico no escomparable. Incluso los elementos inertes como el agua seríandepositarios de una protoconciencia. Es más, las sociedadeshumanas parecen disponer de una conciencia grupal compartidapor todos sus miembros y que les condiciona en su vidaindividual. Así pues, existiría una conciencia ligada a los gruposfamiliares, una conciencia nacional, una conciencia planetariae incluso Universal.164