tucionales en las prácticas juveniles, y no como antagonista en relacióncon espacios escolares o familiares.A lo largo de esta investigación pudimos establecer una relacióndirecta entre la acción de las <strong>pandillas</strong> y el espacio público.Acción que se ve reflejada en la "irrupción" o "invasión" de lo públicoen el intento de negar la exclusión o la marginación y hacersevisibles. Esto quiere decir que lo que está en juego es, entreotras cosas, la apropiación de la ciudad. Solamente si se registranlas relaciones del joven (y en particular del pandillero) con la ciudad,en cuanto objeto cultural de consumo, y sus experiencias deapropiación de los lugares públicos, es posible entenderlo como actorsocial (Pérez 1996).Los resultados de la investigación dan cuenta de que la música,desde los distintos géneros del rap, del rock o de los nuevos ritmosy fusiones, el graffiti o el chapeteo, el arete o la pinta, constituyenconsumos culturales con sentido propio, cargados de una politicidadexpresada -hoy más que nunca- a través del cuerpo quese hace baile, piel, carne y estilo.El desarrollo de políticas culturales para los jóvenes permitiríasubsumir capacidades y destrezas para la producción de capitalsimbólico, insumo necesario para mediar la conflictividad socialy juvenil. Una política cultural que reconozca las formas participativas,expresivas y organizativas que los jóvenes tienen, permitiríadesplegar nuevos enfoques que tanto las ciencias socialeso las prácticas institucionales han desarrollado insuficientemente.Consecuentemente, para delinear y alimentar las agendas de políticasde juventud, es imprescindible desarrollar de manera permanentela investigación de los mundos juveniles, por ejemplo através de la constitución de un observatorio ciudadano de la juventud,ya que son las representaciones colectivas, nutridas de percepciones,sentidos y mapas cognitivos, las que dan forma y contenidoa las identidades-alteridades sociales para la construcciónciudadana. La emergencia de la juventud como sujeto social ha desempeñadoun papel fundamental en el paso de la ciudadanía civila la ciudadanía política, y en el establecimiento de los derechosindividuales, la libertad, la justicia y la propiedad, como derechosa participar en el espacio público (Reguillo 2000 a.). No obstante,90 Mauro <strong>Cerbino</strong>
es necesario pensar hoy en día en una ulterior transformación, laque se refiere al paso de una ciudadanía política a una "ciudadaníacultural" 59 , esto es un conjunto de prácticas y nuevas configuracionesde la vida cotidiana que constantemente los sujetos juvenilescrean a través del lenguaje y la expresividad. En palabras deReguillo (op.cit.) existe el reto de: "desarrollar una mirada que tratade no perder al sujeto juvenil, sino que busca entenderlo en susmúltiples 'papeles' e interacciones sociales, en sus 'modos de estarjuntos' (Barbero 1995), en sus 'comunidades inmediatas de significación'(Orozco 1991) y en aquellos movimientos o 'gramáticas devida' (Habermas 1989) que hacen las veces de 'comunidades imaginarias'a las cuales se adscriben".59 El concepto de ciudadanía cultural ha sido usado especialmente por autores comoReguillo (2000 ii).Pandillas Juveniles 91
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