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El país<br />
Asociarse<br />
con Chile,<br />
una oportunidad<br />
estratégica<br />
Propuesta<br />
Hten<br />
el acceso de productos chilenos con<br />
aranceles mínimos a 43 países, poblados por un total de 2.200<br />
millones de habitantes.<br />
Este Tratado, que corona varios años de exitosas negociaciones<br />
de la diplomacia trasandina, puede ser visto como una enorme<br />
amenaza o como una gran oportunidad. Nuestra opinión es que<br />
se trata de una oportunidad estratégica para la Argentina; tal vez<br />
una de las más importantes desde la constitución del MERCO-<br />
SUR, ya que nos puede permitir, asociados con Chile , entrar a<br />
mercados que de otro modo son de difícil acceso para nosotros.<br />
La oportunidad no está exenta de riesgos. Es cierto que quienes<br />
tienen acuerdos de libre comercio con Chile pueden exportarle<br />
sin aranceles; y que por tratarse de un país que tiene limitada<br />
capacidad de consumo, ello permitiría asociarse con empresarios<br />
chilenos para saltar la Cordillera hacia la Argentina a precios muy<br />
competitivos. ¿Qué hacer entonces? ¿Redoblar el discurso proteccionista<br />
o aprovechar la oportunidad?<br />
Para fundamentar nuestra opción, es necesario considerar<br />
cuatro hechos:<br />
1) Que la estrategia de relación de Chile con el mundo es un<br />
dato que no ha de ser modificado y que es mejor pensar como<br />
aprovecharlo, en lugar de tratar de neutralizarlo o, peor aun,<br />
ignorarlo.<br />
28 � abril-mayo de 2006<br />
ace pocas semanas ocurrió un hecho de<br />
enorme impacto potencial para nuestra<br />
región, y en particular para la Argentina:<br />
concluyeron las negociaciones entre Chile<br />
y China para un Tratado de Libre Comercio<br />
(TLC), que se sumará a los que ya tiene<br />
en vigencia nuestro vecino y que le permi-<br />
por Eduardo Amadeo*<br />
2) Que no hay forma razonable de establecer medidas extraordinarias<br />
de protección contra el comercio con Chile sin alterar<br />
peligrosamente el futuro de las relaciones comerciales y políticas<br />
regionales.<br />
3) Que si somos inteligentes y tenemos visión de largo plazo,<br />
podríamos participar de las ventajas que ha obtenido Chile, a<br />
través de una integración en la que ambos países ganemos .<br />
4) Que si nos dormimos, otro se beneficiará de esta oportunidad.<br />
Chile (al inversa de la Argentina) tiene más capacidad de comercio<br />
que de producción y consumo, lo que significa que necesita<br />
socios para aprovechar a pleno los 44 mercados que ha ganado<br />
su diplomacia. Argentinos u otros, pero socios. Y es por eso que<br />
los tratados que ha firmado Chile, tienen una estructura de reglas<br />
de origen que abren las puertas para amplias áreas de nuevos<br />
negocios con nuestro vecino. En efecto, estos acuerdos pueden<br />
permitir integrar, de manera muy flexible, componentes argentinos<br />
en exportaciones chilenas hacia esos mercados, generando<br />
posibilidades para desarrollar una amplia gama de intercambios<br />
comerciales y de servicios. Se trata entonces de buscar acuerdos<br />
allí donde haya productos argentinos que –en proporciones más<br />
altas que las habituales para este tipo de acuerdos – puedan<br />
formar parte de exportaciones chilenas. Las posibilidades son<br />
en este terreno infinitas y tienen la ventaja de asociarnos para<br />
ganar terceros mercados –en nada menos que 44 países – en<br />
lugar de competir entre nosotros por nuestros propios y<br />
limitados mercados.<br />
Pero además de los aspectos estrictamente comerciales, la integración<br />
argentina a los acuerdos chilenos ha de generar ventajas<br />
adicionales en el terreno institucional. Ante todo, porque Chile<br />
es reconocido por la severidad de sus requerimientos de calidad,