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Talento - Diseño Gráfico Ribeiro

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Humor<br />

por Daniel<br />

Della Costa<br />

Cde<br />

directorio se abrevian o se instalan en<br />

horarios sorprendentes, como la madrugada o la medianoche.<br />

En los hogares todo se trastoca: la hora de levantarse, de comer,<br />

de bañarse. Las citas, lo mismo entre amigos que las de amor,<br />

pasan a estar supeditadas al gran factor de cambio. Y la<br />

frecuencia también. Sufren los cines y los teatros por la deserción<br />

del público, pero también los velorios pueden llegar a verse<br />

afectados por ausencias notorias, si los deudos no han calculado<br />

bien las horas de exposición del cuerpo yaciente. Las calles y las<br />

rutas se tornarán más peligrosas porque los conductores estarán<br />

más pendientes de la radio que del camino. Y los peatones<br />

se verán vulnerables hasta extremos indecibles, por andar<br />

perpetuamente conectados a sus audífonos.<br />

La política, la vida privada de las vedettes, los asesinatos en la<br />

vía pública, los asaltos a mano armada, hasta el tiempo y sus<br />

veleidades, pasarán a un segundo plano para los medios y la<br />

opinión pública. Y a nadie, o apenas a un puñado de aburridos<br />

o de marcianos en el planeta Tierra, les importarán por esos días<br />

los vaivenes de la Bolsa, los pronósticos de la Reserva Federal o<br />

lo que pase con el dólar. Y si estalla una guerra, se producen<br />

sublevaciones, degollinas, golpes de Estado, se torpedean<br />

buques en medio del océano o se baja a tiros de misil a enormes<br />

aeronaves con quinientos inocentes pasajeros, la noticia saldrá<br />

en los medios, pero a continuación de los resultados del juego<br />

que apasiona durante esas semanas a la mayoría globalizada<br />

(por la globa o, también, pelota, balón o esférico).<br />

Que, ojo, según como se den las cosas, puede ser la tabla de<br />

salvación de un gobierno que apenas se sostenga, como el<br />

descalabro final de otro que parecía afirmado, pero al que once<br />

pataduras lo dejaron en ridículo y al pueblo pidiendo la cabeza<br />

de los gobernantes. A partir de junio, cuando la redonda<br />

comience a rodar en Alemania, la paz familiar se verá amena-<br />

68 � abril-mayo de 2006<br />

ada cuatro años el pulso del mundo experimenta<br />

un cambio profundo. La productividad<br />

desciende en fábricas y oficinas; se<br />

multiplican y se prolongan las reuniones en<br />

los baños y en las cafeterías; las agendas<br />

crujen; los compromisos asumidos se postergan<br />

con excusas inverosímiles; las reuniones<br />

A prepararse,<br />

¡se viene<br />

el Mundial!<br />

zada, los amores más dichosos estarán comprometidos, las<br />

lealtades mejor forjadas experimentarán pruebas mayúsculas;<br />

un triunfo, lo mismo que una derrota pueden provocar recaídas<br />

en el alcoholismo, tanto a causa de la euforia como de la<br />

melancolía. Quienes mantengan la cabeza fría frente a esas<br />

circunstancias de tensión extrema, pueden sacar réditos inestimables.<br />

Ya sea abrazándose a una señorita pechugona en la<br />

celebración de un gol del elenco nacional, como consolando a<br />

otra en la tristeza de una pepa en el arco propio impulsada por<br />

un back víctima de un súbito estrabismo. Y quienes apuesten a<br />

los resultados, fundados en sus propios pálpitos, en los de una<br />

bruja infalible de Florencio Varela o por estar al tanto de alguna<br />

inside information, bien pueden ser sorprendidos por el final de<br />

este Mundial celebrando en las islas Seychelles con champagne<br />

Dom Perignon, o empujando un carrito cartonero por la<br />

General Paz.<br />

Es decir que lo mismo la vida de las personas, de las familias, de<br />

los gobiernos y de los países, puede cambiar durante la celebración<br />

de este apasionante torneo. Salvo claro está, que el tipo<br />

viva en una cueva en medio de un desierto de piedra y arena,<br />

sin contacto con el mundo y sin tener siquiera referencia de que<br />

ahora nomás, dentro de muy poco, se llevará a cabo otra<br />

edición de este torneo apasionante. Pero si algo lo pone al tanto<br />

del acontecimiento, ya sea porque del pico de un pájaro que lo<br />

sobrevuela se desprende un trozo de papel de diario con la<br />

noticia o porque una caravana perdida pasa de casualidad por<br />

el lugar, si ese ermitaño alguna vez pateó una pelota y aún<br />

cuando siempre lo mandaran al arco porque era un patadura,<br />

se sacudirá su desprecio por las cosas mundanas y buscará<br />

afanosamente una Spica, un televisor a batería, para seguir el<br />

campeonato y gritar los goles. Aunque sea en absoluta soledad.<br />

Y lo otro bueno de los mundiales de fútbol es que un día<br />

terminan. Y entonces todo vuelve a la normalidad, las<br />

empresas retoman su ritmo, las familias el suyo, las enemistades<br />

se recomponen, los amores ocasionales nacidos al<br />

abrazo del gol se disuelven y el pibe, en el baldío, mientras<br />

ensaya una gambeta, sueña que, el próximo Mundial, él no<br />

lo verá por TV sino que será a él a quien estarán viendo por<br />

la pantalla chica.

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