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Excodra XXXVI: La tecnología

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oyente, una pura escucha para sí o para el otro –pues, como leíamos en<br />

Merleau­Ponty, “toda percepción tiene algo de anónimo”–. 3 ¿Quién escucha<br />

a quién en ese diálogo imposible entre Stelarc y su oreja? ¿Es<br />

Stelarc u otro ente el que percibe ese aliento, esa vibración fonética?...<br />

El sujeto hablante/oyente se disgrega y ya no ocupa una parte privilegiada<br />

del cuerpo; cada una de las partes de ese cuerpo (la oreja, la<br />

mano, el brazo, el ojo…) es a su vez un sujeto. Y aun así, cuando atomizamos<br />

y desmontamos al sujeto, éste no se diluye en la “nada”. El sujeto<br />

no es, como dice Hegel, un “vacío en el ser”, sino “un hueco, un pliegue<br />

que se ha hecho y puede deshacerse”. 4<br />

Los sentidos, el sujeto y su integridad son temas constantes en los<br />

procedimientos del arte cibernético, en Stelarc o el catalán Marcelí<br />

Antúnez, que son una típica muestra del laberinto sinestésico al que los<br />

creadores de la posmodernidad nos tienen acostumbrados. Museos, galerías<br />

o instalaciones urbanas incorporan con naturalidad el paso y el<br />

paseo continuo de los sentidos, el juego de las percepciones y las sensaciones;<br />

lo que antes era escuchar, ahora es ver o tocar, etc. –Y cabe<br />

recordar las potestades que Merleau­Ponty otorgaba a la visión, no solamente<br />

como percibiente de las cualidades del espacio y del color, sino<br />

incluso de propiedades matéricas: el ojo ve la blandura de la carne, la<br />

humidad de la tierra, la rugosidad o la porosidad de la piedra… El ojo<br />

incluso percibe otras cosas más difíciles de definir, como la dicha o el<br />

trastorno en un rostro.<br />

En la mirada crónica de cámaras y dispositivos de videovigilancia<br />

(cfr. Michael Klier, Harun Farocki…) vemos la concepción de la visión<br />

“espectacular” de Merleau­Ponty, que surge al “abandonar al mundo mi<br />

mirada”; y la “tactilidad” propia de los objetos cyborg encarna esa sensorialidad<br />

ajena al “yo” que con anterioridad la ciencia sólo podía imaginar.<br />

<strong>La</strong> tactilidad es lo que se pierde, y lo que se busca, al adentrarnos<br />

en un dispositivo de realidad virtual. Y, si hiciéramos un ejercicio de<br />

anacronismo, de la virtualidad podríamos decir lo mismo que Merleau­<br />

Ponty decía de la sensación:<br />

3 Maurice Merleau­Ponty, Fenomenología de la percepción, II, 1 (Fondo de Cultura Económica, México<br />

D.F., 1957).<br />

4 Maurice Merleau­Ponty; op. cit.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXXVI</strong> 26 <strong>La</strong> <strong>tecnología</strong>

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