Excodra XXXVI: La tecnología

caja sobre caja, como poniéndole siempre una tuerca a un tornillo, repitiéndolo
hasta el agotamiento, como eternas y monótonas cadenas de
montaje, pero bueno, alguien tiene que hacerlo y esos, me temo, somos
nosotros. Tal vez el principal problema sea la de horas al día que dedicamos
a estos trabajos. No sé, a veces no está mal del todo, pero llega a
oscurecernos un poco. La vida tiene sus cosas, sobre todo después del
trabajo. Aunque tal vez no estemos encajando correctamente las piezas
de la vida, como si algo estuviera fallando desde las raíces del mundo.
Como si algo fuera a cambiar, pronto, e irremediablemente. En cualquier
caso, el sábado por la tarde, al salir, hemos quedado Anita, Carlos
y yo para ir al cine y luego ir a emborracharnos un poco y bailar por los
pubs, que también hace falta. Carlos, a la cuarta cerveza, se vuelve un
bailarín de cuidado. Es muy buena gente. A Anita siempre le suele entrar
el sueño y baila como lacia, es muy divertido verla así. Se suele poner
los auriculares cuando está muy ciega y cambiamos de un local a
otro. Creo que se siente protegida con ellos. Es curioso. Yo les hago fotos
con el móvil cuando están torcidos y los lunes nos meamos de risa
con las imágenes. Nos conocemos los tres desde hace más de diez años
y tenemos buena amistad. Somos los solteros del trabajo, tal vez eso
nos haya ido uniendo más con el paso de los años. Al salir estoy un rato
dentro del coche, pensando. Enciendo el motor y la radio. La música
está baja, tengo puesta una radio local, es muy buena. Le pongo un
mensaje de texto a Diana. Le digo que estoy enamorado de ella, solamente
escribo eso. Arranco.
AQ
Excodra XXXVI 34 La tecnología