Revista Central

PERFILES
Por otro lado, "enseñás" al cliente cómo tomar
y disfrutar del vino.
Por ahí la gente a veces pide el que no tenés, el
que toma en su casa. Entonces hablás un poco
con ellos para preguntarles qué le gusta tomar y
un poco también les vas enseñando otras etiquetas.
Pero muchos de los que vienen saben lo que
van a toma: nuestros precios están al valor de las
vinotecas. Tenés que salir y tomar mejor de lo
que tomás en tu casa. La gente viene quizás con
la idea de tomar un vino de 400 pesos, pero
termina consumiendo el de 900, porque dicen
que nunca lo van a tomar a ese precio. Nos gusta
que aprendan a tomar, que prueben. Tenemos
muchas botellas magnum para las mesas
grandes, la guarda es mucho mejor. Las mesas
grandes tienen que empezar con una copa de
blanco, una botella sola entre todos, y después
pasan a los tintos. No toman el mismo tinto toda
la noche, sino que les hago tomar varios tintos
distintos y cambio las copas para cada vino. Me
enrosco, pero se van contentos. A veces cenan
con las cuatro copas. Y si las copas se rompen
no importa, se reponen. Hay que perder para
ganar.
¿Cómo sos vos como comensal?
Soy súper relajada, pero me molesta mucho el
mal servicio. Porque son detalles muy simples.
Yo atiendo como me gustaría que me atiendan. Y
se lo trasmito al equipo del salón. Pruebo todo,
aunque de grande tengo texturas que ya no
aguanto, que antes comía.
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