REVISTA PESCA DICIEMBRE 2019
Revista informativa sobre temas del mar y la pesca
Revista informativa sobre temas del mar y la pesca
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LA PROVISIÓN DIARIA DE ALIMENTOS
PROTEICOS A 3 MILLONES DE NIÑOS
DESDE LA PESCA
La provisión de alimentos a las poblaciones vulnerables mediante
cajas o bolsones, desde la instauración del Programa
Alimentario Nacional (PAN) de Alfonsín, y todos los que lo sucedieron
en Centros o Comedores de distinto tipo, se han basado
fundamentalmente en el suministro de carbohidratos,
con una baja o nula provisión de hortalizas frescas y alimentos
proteicos. En síntesis, insuficientes para proveer una dieta nutricionalmente
balanceada, especialmente en los niños y adolescentes.
Ello está motivado en la carencia de transportes y
cámaras de refrigeración, destinados al mantenimiento de la
aptitud sanitaria de estos alimentos altamente perecederos,
durante los procesos de almacenamiento, distribución y entrega
de los programas sociales de alimentación, además de los
costos de hortalizas y carnes.
La tecnología ha avanzado y, hace años que es posible, envasar
hortalizas frescas con atmósfera modificada para prolongar
su vida útil a tiempos superiores de entre 7 y 15 días y, con
ello, facilitar su traslado y guarda; pero, no nos referiremos
aquí a éstas sino al suministro de proteínas -aminoácidos
esenciales de la mejor calidad, solo comparables con la leche
materna- que proveen los pescados, además de grasas insaturadas
y Omega 3, que, como sabemos, actúan favorablemente
en el sistema circulatorio y como antioxidantes, respectivamente,
entre otras virtudes.
El promedio de consumo mundial de productos de origen pesquero
es del orden de los 19kg/año por persona, mientras que
en la Argentina el consumo está por debajo de los países más
pobres y de los más ricos con unos 6kg/año/per cápita, es decir,
menos que la media y, sensiblemente menor que los países
desarrollados que van de 35 a 70kg/año por persona. Es
decir, en nuestra dieta alimentaria, esta proteína esencial está
virtualmente ausente.
Supongamos, que entonces nos decidiéramos a incorporar
pescado en la dieta de niños y adolescentes para resolver la
carencia que hemos mencionado de proteína en los programas
sociales, para lo cual deberíamos pensar en la provisión de
hamburguesas o empanados de pescados desmenuzados, saborizados
o no, para la alimentación en los centros urbanos y,
en productos termo estabilizados o conservas de pescados
para su entrega en los ámbitos remotos.
Ello, produciría dos importantes efectos, el primero, contribuir
a paliar el hambre y la desnutrición en la niñez y, el segundo,
revitalizar la industria pesquera conservera y de empanados
congelados, generando un importante mano de obra ocupada
en la actividad. Esto es lo que el autor ha llamado “La Alimentación
Social para la generación de desarrollo industrial y empleo”
(1996), cuyo proyecto iniciaron en 1983 los ex Gerentes
de Alpesca-Conservas Cascabel (Federico Bensadón) y de Ventura-Conservas
Dársena (César Lerena) cuando insertaron ese
años dos latas de merluza carioca (que los fileteros descartan
por su pequeño tamaño) en las cajas del programa PAN, permitiendo,
por un lado, duplicar la producción nacional de conservas
de pescado y, por el otro, a partir de conocerse popularmente
el producto, ingresar estos alimentos enlatados a las
góndolas de los comercios, cuestión que nunca antes había
ocurrido, a la par de generar un importante desarrollo tecnológico,
que aportó el INTI, para adecuar esta especie a su utilización
en la conservación por esterilización.
A esta altura agregaremos, que la Pesca, debe regularse, si se
quiere que sea sostenible y contribuya al bienestar nutricional,
sanitario, económico y social, en acuerdo a lo que la FAO sugiere
en su “Código Internacional de Conducta Responsable”,
disuadiendo las actividades de buques que depredan
(descartan) el recurso, teniendo en cuenta, las necesidades de
las comunidades pesqueras que requieren de él para su subsistencia,
como es el caso de Argentina, donde una gran cantidad
de pueblos y ciudades del litoral marítimo depende de
esta actividad. Es decir, optimizar la explotación, no solo es
una cuestión económica, sino una “Responsabilidad Social”
inherente al concepto moderno empresario, donde, además,
siendo un recurso del Estado, su explotación eficiente debiera
ser una obligación del concedente y el concesionario.
Dicho esto, es inadmisible que durante la explotación se descarten
unas 300 mil toneladas/año de pescados -un recurso de
todos los argentinos- que podría proveer de proteínas a unos 3
millones de niños y adolescentes por día y, que, técnica y económicamente,
es posible evitar su descarte y aprovechar esta
materia prima de la mejor calidad nutricional para ser utilizada
en los programas sociales y, a la par de ello generar nuevas
actividades industriales y unos 10.000 empleos/año.
Revista Pesca diciembre 2019 93