DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...
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1. APROXIMACIONES TEÓRICAS <strong>AL</strong> CUERPO COMO TERRITORIO<br />
La aparición de los términos anatomopolítica y biopolítica en los textos de Foucault, redefine la<br />
investigación socio-histórica, pues, muestra la ruta para acercarse al plano de la intimidad y la cotidianidad,<br />
como ámbito de relaciones de poder influido e influyente de otros planos más amplios, políticos,<br />
religiosos o económicos de una sociedad. Este aspecto fue desapercibido o descartado de los<br />
estudios sociales durante mucho tiempo hasta el surgimiento de los denominados “estudios de la vida<br />
cotidiana”, que no están centrados en los grandes acontecimientos historiográficos sino en la forma en<br />
que las personas producen y reproducen su existencia social.<br />
En este sentido, el presente trabajo retoma con interés la definición que hace Foucault (1982) sobre<br />
estos dos conceptos para desarrollar el análisis particular del caso que presenta. Recogemos la referencia<br />
completa debido a la importancia que adquiere en esta investigación:<br />
El poder era ante todo derecho de captación: de las cosas, del tiempo, los cuerpos y finalmente<br />
la vida; culminaba en el privilegio de apoderarse de ésta para suprimirla. Ahora bien, el<br />
Occidente conoció desde la edad clásica una profundísima trasformación de esos mecanismos<br />
de poder. Las “deducciones” ya no son la forma mayor, sino sólo una pieza entre otras<br />
que poseen funciones de incitación, de reforzamiento, de control, de vigilancia, de aumento<br />
y organización de las fuerzas que somete: un poder destinado a producir fuerzas, a hacerlas<br />
crecer y ordenarlas más que a obstaculizarlas, doblegarlas o destruirlas. A partir de entonces<br />
el derecho de muerte tendió a desplazarse o al menos a apoyarse en las exigencias de un poder<br />
que administra la vida, y a conformarse a lo que reclaman dichas exigencias. (…) Concretamente,<br />
ese poder sobre la vida se desarrolló desde el siglo XVII en dos formas principales;<br />
no son antitéticas; más bien constituyen dos polos de desarrollo enlazados por todo un haz<br />
intermedio de relaciones. Uno de los polos, al parecer el primero en formarse, fue centrado<br />
en el cuerpo como máquina: su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de<br />
sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas<br />
de control eficaces y económicos, todo ello quedó asegurado por procedimientos de poder<br />
característicos de las disciplinas: anatomopolítica del cuerpo humano. El segundo, formado<br />
algo más tarde, hacia mediados del siglo XVIII, fue centrado en el cuerpo-especie, en el cuerpo<br />
transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos:<br />
la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la<br />
longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar; todos esos problemas<br />
los toma a su cargo una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la<br />
población. Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos<br />
polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida” (Foucault,<br />
1982:164-168).<br />
A lo largo de su trabajo, Foucault aplica frente a estos dos conceptos, indiferenciadamente, los términos<br />
dispositivos, técnicas o mecanismos para referirse a formas distributivas del poder económicosocio-político<br />
estatal, desarrolladas en la historia del mundo occidental, especialmente del europeo.<br />
En esta investigación entendemos que la biopolítica y la anatomopolítica se refieren a dos estrategias<br />
distintas pero en interrelación permanente, ya que ambos se materializan en formas concretas de<br />
corrección, educación y adecuación de los cuerpos de individuos y colectivos.<br />
En primer lugar, la biopolítica en la teoría foucaultiana describe cómo el poder estatal es aplicado<br />
sobre la población, a través de mecanismos concretos de regulación y control de los principales aspectos<br />
vitales como el nacimiento, la muerte, la salud y la enfermedad. Los desarrollos del mismo autor<br />
sobre su teoría del poder, sugieren que éste debe entenderse como deslocalizado del Estado o, mejor,<br />
que el poder no está exclusivamente en los macropoderes sino que se halla imbricado en cada resquicio<br />
de una sociedad, ejercido por todos los sujetos cualquiera sea su condición y posición. En este sentido,<br />
Foucault (1992) dice:<br />
El poder no está localizado en el aparato de Estado, y nada cambiará en la sociedad si no se<br />
transforman los mecanismos de poder que funcionan fuera de los aparatos del Estado, por<br />
debajo de ellos, a su lado, de una manera mucho más minuciosa, cotidiana. Si se consiguen<br />
modificar estas relaciones o hacer intolerables los efectos de poder que en ellas se propagan,<br />
se dificultará enormemente el funcionamiento de los aparatos de Estado (Foucault,<br />
1992:108).<br />
Estas reflexiones nos sugieren que, una vez establecidos los mecanismos reguladores, desde todas<br />
y cada una de las instituciones que despliegan el poder estatal, es la misma población regulada la<br />
que se encarga de extenderlos a través de formas autoregulatorias que se instalan y reproducen en la<br />
práctica cotidiana.<br />
Estos son mecanismos tácitos, arraigados en las mentalidades y costumbres de las poblaciones<br />
que van a un ritmo distinto de los cambios legislativos de los gobiernos en vigencia. Por tanto, algunos<br />
sectores poblacionales reproducen discriminaciones y exclusiones de vieja data, influenciadas por lo<br />
que sus gobernantes han legitimado en el intento de controlar, estratégicamente, ciertos grupos socialmente<br />
“indeseados” 13 .<br />
En este sentido, debemos hacer hincapié en que, es el ámbito de lo doméstico, con más precisión<br />
el espacio de las relaciones familiares y laborales del S.D., el que termina siendo depositario de los<br />
resultados producidos por los diferentes fenómenos biopolíticos aplicados, largamente, a la población<br />
femenina, negra y chocoana, en su condición de género, etnia y raza.<br />
De otro lado, Foucault consideró la anatomopolítica como una disciplina dedicada a la corrección<br />
de los cuerpos a partir del despliegue de un conjunto de convenciones, instituciones y espacios en<br />
busca de maximizar su productividad. Los espacios laborales, a mediados del siglo XVIII, fueron este<br />
escenario, por lo que la fábrica – estrategia diversificada y ampliada a la escuela, los ejércitos, las órdenes<br />
religiosas, la oficina, etc. durante las décadas posteriores-, desarrolló los parámetros de regulación<br />
sobre los cuerpos de la población obrera.<br />
En nuestro caso, los espacios laborales modernos y menos formalizados, como el del S.D., mantienen<br />
formas anatomopolíticas de adecuación de los cuerpos para la productividad en la domesticidad14 .<br />
En esta perspectiva, las categorías de la biopolítica y anatomopolítica nos sirven para entender la<br />
condición sine qua nom se instala el sujeto doméstico en la relación laboral del S.D. Es así como, para<br />
nuestro caso, exploraremos: 1) las relaciones entre representaciones sociales y prácticas biopolíticas<br />
que permiten definir el ámbito del S.D., para una población discriminada en su condición de ser mujeres,<br />
negras y chocoanas; 2) las prácticas anatomopolíticas vigentes en la contemporaneidad del S.D.<br />
además de sus resistencias y negociaciones, orientadas desde la propuesta teórica de esta investigación.<br />
Ahora bien, para hacer esto se considera necesario evidenciar las relaciones de poder de la so-<br />
13 Stolcke expone el ejemplo de la inmigración en Europa como una amenaza a la integridad cultural u homogeneidad de la nación a<br />
causa de grupos “intrusos” o forasteros: “Los medios de comunicación y los políticos aluden a la amenaza de la enajenación cultural<br />
o alienación. En otras palabras, el 'problema' no somos nosotros sino 'ellos'. 'Nosotros' simbolizamos la buena vida que 'ellos' amenazan<br />
con socavar, y esto se debe a que 'ellos' son extranjeros y culturalmente 'diferentes'” (Stolcke, 1999:2). Bauman, también cree<br />
que, a futuro, los combates por la identidad no sólo a las tácticas Estatales, pueden generar un posible nuevo Holocausto: “La señal<br />
identificatoria de la moderna nación/Estado fue la política de asimilación y conversión forzosa, y la igualmente forzosa liquidación o<br />
marginación de los que sobraban, de los que no podían ser convertidos y asimilados. El programa y la práctica de asimilación están<br />
siendo hoy reemplazados por el pluralismo (…)” (Bauman, 1996:125).<br />
14 Esto se aclarará cuando, más adelante, descubramos cómo se diseñan y aplican las estrategias anatomopolíticas específicas del S.D.<br />
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