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DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...

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A uno como empleado, ellas, muchos problemas que tienen, le cuentan es a uno, se hacen<br />

muy amigos de uno, o sea, no pueden tener esa confianza que tienen con uno con la mamá,<br />

porque a mí en un trabajo me pasó. La hija de ella me contaba muchas cosas de los amigos y<br />

de quien le gustaba, todo eso, a mí esa niña me contaba muchas cosas, ella había cumplido<br />

trece años y pues a ella se le había crecido mucho el busto, entonces tenía dos primos, que a<br />

ella le encantaba uno de ellos pero él vivía en Argentina, y el otro era así, pues como de esos<br />

muchachos fresa que se creen lo máximo, super vivido, con mucha experiencia, entonces<br />

cada ratico la estaba acosando, era su primo y la estaba acosando…. ella me contaba a mí<br />

todo lo que él le hacía, y cuando él iba a la casa, yo si veía que él la miraba a ella como con<br />

morbo, y ellos cada festivo siempre se reunían en una finca, entonces yo le decía: “dígale a<br />

la mamá porque si yo le digo, ella a mí no me va a creer”, y yo le decía: “P., dígale a la mamá<br />

porque es que eso es muy peligroso, usted sabe que el abuso sexual se ve mucho en los<br />

blancos, se ve mucho y siempre comienza por la familia”, porque es que, no sé, nosotras<br />

como que nos hacemos respetar más en eso, en ese problema, y nosotras hablamos… me<br />

tocó contarle a la mamá porque la pelaita no iba a decirle nada, y a mí me parecía que no debía<br />

pasarle eso a la niña, es que uno llega a quererlas como hijas, pero ahí yo no tenía ninguna<br />

autoridad, sólo contarle a la mamá… (M.H., 57 años).<br />

En este caso, las mujeres ganan aquí, un lugar de poder muy importante con los padres y madres,<br />

que la mayoría de las veces tienen relaciones lejanas a sus hijos e hijas debido principalmente a sus<br />

ocupaciones laborales. Con un nivel de cercanía y confianza profundo y permanente, frecuentemente<br />

son las empleadas las que proveen a los padres información importante sobre los menores de edad y<br />

de sus relaciones con otras personas convivientes o extrañas. De otro lado, los padres y madres no<br />

dejan de estar conscientes de la importancia de estas relaciones, no sólo en la vigilancia y alerta<br />

temprana de amenazas o problemas, sino también de su papel en la crianza y socialización, el cual,<br />

inevitablemente, no pueden delimitar en todos sus aspectos61 , pero la que consideran necesaria para<br />

un mínimo de regulación de comportamientos “indebidos”. Por esto último, en muchas ocasiones, a<br />

las empleadas se les concede potestad para administrar castigos menores o para hacer cumplir reglas<br />

básicas de convivencia; sin embargo esto, algunas veces las hace responsables y culpables, en casos<br />

donde niños o jóvenes infringen normas en ausencia de los padres.<br />

El punto clave aquí, es que tanto las empleadas como las empleadoras necesitan establecer una<br />

relación diferente en la que la posición de la empleada, definitivamente, es la de una persona con mayor<br />

poder ya que cumple con un lugar neutral que ayuda a sus empleadores, tanto en el manejo de las<br />

relaciones afectivas y de crianza de niños y jóvenes, como a la supervisión “a distancia” de situaciones<br />

potencialmente problemáticas, cuestión que es altamente valorada y necesaria para el mantenimiento<br />

de una relativa armonía familiar.<br />

La negociación corpoterritorial aquí, parte de la situación común, donde cualquier empleada doméstica,<br />

en razón de las circunstancias concretas de su trabajo, establece relaciones afectivas muy<br />

cercanas con los menores con quienes convive. Pero en ésta negociación, se hace distintivo el hecho<br />

de que aumentan las posibilidades de su aparecimiento, debido a las creencias específicas sobre las<br />

personas negras y las personas chocoanas que son imaginadas y sentidas por los miembros de la<br />

61 Las mujeres negras han sido históricamente agente de “aculturación” a través del papel en la crianza de niños y jóvenes en las<br />

familias en las que trabajan como empleadas: “(…) las mujeres negras dejaron su huella en la cultura mestiza a través de la crianza<br />

de los hijos de blancos, a quienes trasmitían elementos de su propia cultura en los cantos y arrullos, juegos y narraciones, alimentos<br />

y remedios” (Camacho, 2004:173).<br />

familia, entre las que se distingue aquella que cree que éstas son mujeres más afectas, más cercanas,<br />

pero también porque en estos temas erótico-afectivos ellas se prestan, más que otras mujeres, para<br />

hablar abiertamente, sin tapujos y con mayor naturalidad.<br />

Tenemos que mencionar, también, que las personas adultas de las familias empleadoras, también<br />

se permiten encontrar en las empleadas, de vez en cuando, una “par” con las cuales discutir sobre sus<br />

experiencias en estos temas. En este caso, no son tanto los hombres - aunque pueden existir casos -<br />

sino las mujeres, las que encuentran un oído a sus vivencias personales. En este caso, casi siempre se<br />

establece una cercanía cuando alguna relación erótica-afectiva de la patrona se está viendo afectada<br />

negativamente; aquí el papel de la empleada es la de “un hombro para llorar” tristezas, traiciones o<br />

sospechas, mientras la sospecha no recaiga sobre la empleada misma.<br />

En este lugar de la reflexión retomamos la idea sobre el lugar ambiguo en el que el S.D. reproduce<br />

discriminaciones múltiples contra la empleada, y además permite evidenciar la superposición de una<br />

discriminación de género ejercida sobre ella, pero también sobre la patrona. Tal fenómeno, es el que más<br />

largamente ha sido estudiado desde los estudios feministas sobre el trabajo doméstico, para evidenciar<br />

las contradicciones internas y las consecuencias que este conlleva. El análisis surge para identificar una<br />

especie de “liberación fallida” en la lucha histórica de las mujeres frente a una sociedad sexista:<br />

[El S.D.] se configura como una relación laboral peculiar entre mujeres: “la señora” y la “servidumbre”;<br />

relación sustentada sobre la rebelión de la señora respecto del patriarcado, a través<br />

de una sustitución por la servidumbre. Es decir, rebelión sin cambio; sólo relevo. Relevo<br />

que es producto de dos estratificaciones históricas encarnadas en la sirviente: estratificación<br />

sexual y estratificación social. A estas dos subordinaciones históricas se suma, en la servidumbre,<br />

una nueva y tercera sumisión: la sumisión a “la señora”. Una subordinación con respecto<br />

del mismo género para hacerse con la propia alienación genérica de la “otra”, cargando<br />

así, el peso de un doble patriarcado (Illanes, 1997:129).<br />

Aunque Illanes entiende esta relación como un “espejo”, roto para la sirviente, liso para la señora,<br />

también intuye que de ella se desprende una “estrecha alianza, e incluso una comprensión mutua –<br />

aunque a menudo muda -” (Ibíd.:129). Ya, hace tres décadas, en el libro de Gutiérrez titulado Se necesita<br />

muchacha, esta relación ambigua se describía claramente, pero además se advertía en esta relación<br />

una señal de insubordinación de género ganada, únicamente, por la empleada y muy pocas veces por<br />

la patrona:<br />

Resulta que la sirvienta es libre, puede irse y a la hora de que (sic) decide “me voy” no hay<br />

quien le ponga el alto. Se va. La patrona tiene que quedarse y mira desde la puerta a la gata<br />

que se aleja chancleteando” (…) No tiene días de salida, ni puede cambiar de amo, no se<br />

atreve a echar sus cosas en una caja de cartón y largarse (Gutiérrez, 1983:55-56).<br />

De otro lado, las feministas del pensamiento negro, interpretaron esta relación como una fuente potencial<br />

de comprensión de la lógica dominante, cuando subrayan los beneficios de la posición afuera/<br />

adentro de la “sirvienta”:<br />

(…) una posición de afuera/adentro opera en la creación de un nuevo ángulo de visión con<br />

respecto al proceso de supresión. La “negritud” de Nancy White la convierte en una perpetua<br />

observadora desde afuera. Jamás podrá ser una mujer blanca de clase media echada sobre<br />

su “cómodo lecho florido”. Pero su trabajo al servicio de mujeres blancas le permite tener una<br />

visión desde adentro de algunas de las contradicciones entre la convicción de la mujer blanca<br />

de que está manejando su vida y la verdadera fuente de poder y de autoridad en los hogares<br />

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