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DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...

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Una vez el hijo del patrón estaba con un guayabo tremendo, es que era muy rumberito y yo<br />

aja! Yo le dije que le iba a hacer un “levantamuertos” y él me dijo que ¿qué era eso?, estaba<br />

pálido el pelao… (risas) entonces yo le dije que era un sancocho de pescado muy sustancioso,<br />

menos mal habían traído en el mercado pescado porque como yo les hacía de vez en<br />

cuando pues empezaron a comprarlo más seguidito, y vea, yo le di ese “levantamuertos” y<br />

eso se lo comió completico y me dijo “G. no quedó más, deme más que está muy bueno”…<br />

(G.C., 56 años).<br />

Así como de comida chocoana que yo les hiciera, pues a ver… lo que más me pedían era jugo<br />

de borojó porque como es afrodisiaco yo les decía y ellos, sobre todo los pelaos me pedían,<br />

pero es que ese jugo si tiene sus propiedades y es muy nutritivo ¿oyó?... y a veces les hacía<br />

cocadas, pero poquito, porque ellos no son como tan aficionados a esa comida… (N.M., 43<br />

años).<br />

Cuando yo llegué hace 30 años aquí a Antioquia, casi no se comía la yuca pero poco a poco<br />

yo he visto como la influencia nuestra, así como con el pescado, yo no sé, pero antes era<br />

difícil conseguir pescado o que los paisas lo comieran, pero ya si lo comen normalito, así al<br />

modo nuestro…(G.C., 56 años).<br />

Aunque la estética culinaria no es alterada de forma radical, el escenario de los saberes culinarios<br />

se convierte en terreno propicio para la negociación corpoterritorial más fuerte y diciente de la trastocación<br />

de los poderes, incluso para la sustanciación de un poder subalterno, que, de manera intangible,<br />

comunica la otredad en la forma material de los alimentos. En su saber hacer, la cultura paisa, largamente<br />

discriminatoria del otro “negro”, se ha dejado permear al punto de aceptar de manera consistente<br />

uno de los pilares más poderosos de la identidad chocoana: la comida, como parte de la práctica<br />

cotidiana. Valdría la pena, en posteriores investigaciones, profundizar en este aspecto, haciendo un<br />

rastreo histórico del aparecimiento e incorporación alimentaria que tiene que ver con el auge migratorio<br />

de población chocoana a la ciudad de Medellín, aumentado por el desplazamiento forzoso, desde hace<br />

más o menos cincuenta años.<br />

Se puede decir que buena parte de las prácticas culinarias de la región Caribe también se han ido<br />

permeando en la cultura paisa, pero ha sido la comida chocoana la que se ha incorporado con mayor<br />

fuerza debido a varias razones, entre las que se cuentan la cercanía histórica de las tradiciones chocoanas<br />

y antioqueñas, la alta población chocoana residente en la ciudad, el aumento en la conformación de<br />

familias entre chocoanos y antioqueños, la proliferación de sitios de comida típica del Pacífico colombiano<br />

dirigidos por chocoanos, y la elevada tasa de empleadas domésticas que son chocoanas hoy en día.<br />

Esto ha ejercido una variabilidad de ciertos elementos en el interior de una continuidad gastronómica<br />

estructural. La familiaridad con que algunos de estos platos han sido añadidos a la carta de los<br />

comensales antioqueños, da cuenta de una especie de incorporación o coexistencia en la que dos percepciones<br />

distintas del mundo, que activan todos y cada uno de los sentidos, se negocian en el terreno<br />

de lo corporal y se encuentran para permitir un diálogo más fluido y menos dominante entre el tumbao<br />

y el trapiao. Parafraseando a Fischler (1995), rompiendo los automatismos del largo hábito de repetición<br />

alimentaria paisa, la originalidad, eventualmente el exotismo de la comida chocoana, se juzgan<br />

positivamente. La integración simbólica que hace Antioquia con el Chocó, derribando parcialmente, la<br />

estructura jerárquica de servidumbre, puede decirse que se realiza alrededor del microcosmos de la<br />

comida, cuando se lleva a cabo la adición, adopción o sustitución de algunos alimentos o platos.<br />

El micropoder desplegado aquí se presenta casi inevitable ya que éste se da en un ámbito esencial<br />

para el mantenimiento de la vida: la recuperación de la energía a través de los alimentos, sólo<br />

que estos poseen, como ya vimos, la capacidad de transmitir, además de energía, marcas culturales<br />

reconocibles. Podríamos decir, que a través de la incorporación de la comida chocoana en la dieta de<br />

muchas familias medellinenses, los sabores, olores, disposiciones visuales y texturas dan cuenta de<br />

los elementos centrales del tumbao como la lúdica, la sensualidad, la alegría, la libertad, valores que se<br />

aceptan con la aceptación fisiológica manifiesta de los comensales.<br />

Este mundo culinario compartido e incorporado, sigue siendo de propiedad intelectual de las mujeres<br />

chocoanas; los secretos de la “sazón” no se transmiten tan fácilmente como las recetas. Este es<br />

un mundo en el que el conocimiento se ha compartido como estrategia de lo negro para integrarse<br />

al mundo blanco, pero aún no ha sido un potencial expropiado por la fuerza, sino insinuado desde el<br />

diálogo intercultural.<br />

Este intercambio tampoco es reciente, según las investigaciones la influencia de la cocina negra en<br />

Antioquia se remonta a la colonia, lo cual facilitó la inserción de aspectos gastronómicos de una cultura<br />

a otra, y mantiene, en la contemporaneidad, el diálogo fluido entre ambos saberes culinarios:<br />

Durante la Colonia se implementó como política la sustitución de la mano de obra indígena en<br />

las explotaciones mineras, por mano de obra negra, contribuyendo con esta medida al mejoramiento<br />

del fogón paisa. Provenientes del Congo, Angola y Guinea, los esclavos africanos de<br />

igual forma que su dominador español, trajeron consigo —en su exiguo equipaje— el sabor<br />

de su cultura. ¿Podríamos acaso imaginar la actual cocina antioqueña sin tajadas maduras,<br />

sin plátano asado, sin guineo en el sancocho? ¿O una cocina paisa sin aguapanela o de dulce<br />

de macho para la mazamorra? Con el negro llegaron a la cocina de esta comarca plátano y<br />

caña de azúcar, pero ante todo aparece ese toque africano, cálido, sensual, aromático y fuerte<br />

que garantiza su presencia ante el fogón. Sin lugar a dudas el aporte de la etnia negra no<br />

se limitó a servir de fuerza de trabajo sino que se extendió, entre otros ámbitos al de la cultura<br />

culinaria (Zambrano, 1998:s.p.).<br />

Estrada (1995), antropólogo experto en gastronomía también nos describe en qué ha consistido la<br />

influencia de la cocina negra en la culinaria “paisa”:<br />

Finalmente, y sin haber medido su importancia, [los españoles] trajeron lo que en su momento<br />

no era para ellos más que otra “mercancía”: la etnia negra, de cuyo aporte a la cultura antioqueña<br />

faltan palabras, o mejor, faltan estudios. En términos culinarios el hombre africano vino<br />

con la caña de azúcar, el plátano y su excelente sazón (Estrada, 1995:83).<br />

Por último, los dos anteriores escenarios de negociación corpoterritorial: la interlocución de saberes<br />

estéticos, en salud y erótico-afectivos, encuentran asidero en este último, debido a que aspectos descritos<br />

se desarrollan también a partir de los saberes culinarios propios, se despliegan en el ámbito físico<br />

de la cocina y se relacionan con las propiedades alimenticias o mágicas de los alimentos. Pero, además,<br />

existe una relación orgánica que es transversal a todos los saberes descritos en los diferentes escenarios<br />

de negociación, es decir, que tanto los conocimientos en salud, belleza, sexualidad, como en el ámbito<br />

culinario se distinguen por girar en torno a la corporalidad como eje central de sus prácticas.<br />

En conclusión, los escenarios corporterritoriales de negociación permiten una readecuación de la<br />

estructura dominante y correctiva del S.D., es decir, las condiciones del trapiao, permitiendo subvertirlas,<br />

de forma espontánea, desde la impresión que permite el tumbao, cuando la empleada chocoana<br />

irradia dentro de la vida cotidiana de la familias adineradas antioqueñas, lo cual le permite interactuar<br />

desde sus saberes propios en temas centrales de la corporalidad como son la salud, la sexualidad y la<br />

alimentación. En este último caso, la alimentación, no sólo permite a la empleada interactuar desde<br />

la lógica distinta del tumbao sino que se accede, no necesariamente de forma consciente, a que esta<br />

lógica se mezcle en los hábitos alimentarios paisas, en una suerte de coexistencia de ambas corpovisiones<br />

del mundo.<br />

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