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DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...

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4.4. Negociaciones corpoterritoriales en el servicio doméstico.<br />

La nana Ismenia Marmolejo tenía el ritmo en la angarilla (…)<br />

Era experta en glosa pasiada y se alquilaba para glosar,<br />

aprovechando la altura y extensión de su angarilla,<br />

con la mano apoyada por el dorso con las yemas de los dedos hacia arriba,<br />

semejando un nido de tominejos recién nacidos (…)<br />

óigame usted niña, es importante lo que una dice;<br />

pero si la mano no tiene como puerto la angarilla,<br />

es como si a las palabras les faltara fuerza y elegancia<br />

que hay que tener hasta para ofender (…).<br />

Amalia Lú Posso Figueroa<br />

Vean ve, mis nanas negras.<br />

En la convivencia cotidiana del S.D. los malestares resentidos por las empleadas domésticas y<br />

producidos en el intento permanente y cotidiano de la corrección corporal, producen distintos tipos de<br />

resistencias: las primeras son las confrontaciones directas que, por lo general, resultan en renuncias<br />

o despidos cargados de pleitos legales, acusaciones de ambos lados y/o violencias que explotan del<br />

cúmulo de inconformidades vividas por unas y por otros. Pueden ser, también rupturas que no necesariamente<br />

producen disputas y más bien la salida laboral se da sin conflicto; por lo general se pueden<br />

argüir razones familiares o de salud por el lado de la empleada, o problemas financieros por parte de<br />

empleadores, y mientras los problemas vividos durante la relación no sean tan complejos, estos terminan<br />

por opacarse y obviarse durante el tránsito final. En algunos casos, la empleada que se retira logra<br />

incluso recomendar a alguien más para que la reemplace, generalmente alguien de su círculo cercano,<br />

familiar o de amistad.<br />

Sin embargo, en los casos donde las empleadas chocoanas se sintieron despedidas por causas<br />

ilegales o cuando el conflicto final, que desemboca en el despido, es generado por señalamientos<br />

injustos o amenazas, éstas no dejaron de reaccionar inmediatamente contestando desde sus mejores<br />

argumentos discursivos y corporales. Incluso, en las narraciones recogidas, se observa que durante<br />

eventos conflictivos anteriores al que diera por terminada la relación contractual, las mujeres usaron<br />

manifestaciones de resistencia, sutiles pero contundentes, que atravesaban tanto sus cuerpos como<br />

sus palabras. Veamos algunos de estos casos:<br />

Estaba durmiendo la señora, y esa mujer no puede escuchar un ruido porque cosa que le de<br />

rabia es que la despierten, entonces sonó el timbre, era el mercado, y esa mujer con eso tuvo<br />

pa´ despertarse y gritar: “¡uno de estos días la mato!, ¡esta negra la voy a matar!”, como regañándome,<br />

pero yo también le pego los ojos cuando ella se me enoja… a ellas les da mucha<br />

rabia que uno les conteste, que ellas lo traten a uno supermal y que uno les conteste… pero<br />

yo creo que uno se envenena y tiene que abrir los ojos alguna vez… (T.A., 40 años).<br />

A nosotras cuando nos regañan por alguna cosa… yo no soy grosera pero cuando me toca<br />

ser grosera, soy grosera. Por ejemplo, a mi me dicen: “¿usted por qué hizo esto o por qué no<br />

hizo esto?”, yo les hablo con respeto primero: “señora, yo lo hice, quizá no fue como a usted<br />

le gustó, o, yo lo hice y usted no se ha dado cuenta”… pero sí, a veces me ha tocado pararme<br />

derechita y cantarles la verdad… ¡aja! Yo me paro así (con las manos en la cintura) y les voy<br />

explicando que no es forma de decir así, tan grosera… (M.H., 61 años).<br />

Esa señora me hacía llorar, cada ratico, de las humillaciones, que por el sólo hecho de que<br />

me pagara ella no tenía que trátame como se le daba la gana… no me dejaba hablar, me decía<br />

hasta de qué me iba a morir y yo me callaba, pero un día me tocó meterle la mano en la cara<br />

a esa vieja… ¡Pegarle no! Pero hacerle así (agita en alto la mano con los dedos extendidos<br />

y juntos, como cortando amenazante el aire), pa´ que me respetara, porque me va diciendo:<br />

“¡mire, ¿por qué no me ha hecho esto y no me ha hecho lo otro?” y yo: “¡mire señora, yo ya le<br />

hice lo que usted quería!”, y decía dizque: “niña, ¡cálmate!, ¡cálmate!”, y se fue, y era gritándome<br />

desde el segundo piso… a veces necesita uno como sacar rabia pa´ que lo respeten a<br />

uno…(D.M., 36 años).<br />

Otro tipo de resistencias son las negociaciones que se producen subrepticiamente en la convivencia<br />

obligada de dos órdenes corporales distintos, y se pueden observar en la inconsciente y lenta<br />

instalación, aceptación o incorporación de algunos “saberes-haceres” de las empleadas, en el estilo<br />

de vida de sus convivientes. Observados, consultados y reconocidos como fuente de conocimiento<br />

para el beneficio personal, o desde la curiosidad y el asombro; este reconocimiento se da sobre tres<br />

escenarios del saber de las empleadas negras: 1) salud y belleza; 2) sexualidad y relaciones afectivas;<br />

y, 3) culinaria. Todos ellos escenarios del cuidado y disfrute del cuerpo.<br />

Cada puesta en práctica de estos escenarios o tácticas59 de negociación no sigue un orden determinado<br />

o responde siempre a una misma lógica de reconocimiento y/o intercambio de saberes, ya que<br />

las circunstancias que flexibilizan la estricta lógica de corrección y control cotidiano, y que permitiría<br />

el surgimiento de estas negociaciones, son espontáneas y aleatorias. Tales circunstancias se definen<br />

dependiendo de múltiples factores, de acuerdo a los estados de ánimo de las personas, el tiempo de<br />

permanencia de la empleada con la familia, la forma en que se han establecido las relaciones interpersonales<br />

con los diferentes miembros de la familia, los acuerdos contractuales que se han construido<br />

explícita e implícitamente, las coyunturas económicas, familiares y emocionales de empleadores-as, la<br />

frecuencia y forma de resolución de conflictos entre empleada y contratantes, y otros elementos menos<br />

legibles de la convivencia cotidiana que relajan o endurecen la interlocución entre ambas partes.<br />

En general, las negociaciones corpoterritoriales pueden ser sostenidas en el tiempo y generar<br />

disminución de la disciplina y/o la intimidación que vive la empleada; incluso pueden generar y estabilizar<br />

lazos emocionales, en los cuales ella es, gradualmente, tenida en cuenta como sujeto de<br />

poder: como amiga, como confidente, como miembro de la familia o, simplemente, como persona. Y<br />

son, fundamentalmente negociaciones corpoterritoriales, ya que se posibilitan en la medida en que<br />

se ejercen en y desde la corporalidad de las mujeres, siendo ésta aceptada, permitida y retroalimentada<br />

como territorio emergente.<br />

59 En la revisión sobre el concepto de resistencia en Michel De Certau, Abal, expone que el autor define la táctica en contraste con la<br />

estrategia como “la acción calculada que determina la ausencia de un lugar propio. Por tanto ninguna delimitación de la exterioridad<br />

le proporciona una condición de autonomía. La táctica no tiene más lugar que el del otro. Además debe actuar con el terreno que le<br />

impone y organiza la ley de una fuerza extraña [...] es movimiento ´en el interior del campo de visión del enemigo´ […] No cuenta<br />

con la posibilidad de darse un proyecto global ni de totalizar al adversario en un espacio distinto, visible y capaz de hacerse objetivo<br />

(Certeau, 1996:43). La estrategia se ancla en un lugar propio que posibilita a la vez una variedad de formas de dominio: dominio<br />

(relativo) del tiempo; dominio visual, óptico y panóptico; dominio de los saberes, conocimientos y verdades. La capacidad de aislar<br />

un lugar propio es la que permite asignarle al ´otro´ una situación de dependencia, de ajenidad, de ausencia de autonomía. Esa es<br />

la forma en que funciona la estrategia según Certeau; su propiedad sobre un lugar (lugar de poder, lugar físico, lugar teórico) es una<br />

suerte de condición de posibilidad para su eficacia (…). Por el contrario, es la carencia de esa condición lo que define la táctica, su<br />

máxima debilidad y a la vez su potencial condición de fortaleza. Pero se trata de una fortaleza siempre signada por la debilidad, porque<br />

como citamos Certeau sostiene que ´no cuenta con la posibilidad de totalizar al adversario´. El sujeto que practica las tácticas no<br />

es un sujeto sujetado, pero sí limitado a una suerte de resistencia subordinada. Entonces, en definitiva, la táctica es sólo la máxima<br />

fortaleza del débil” (Abal, 2007:4).<br />

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