DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...
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CONCLUSIONES<br />
El espacio del servicio doméstico en la ciudad de Medellín, se presenta como un escenario de<br />
tensión intercultural, en el encuentro de dos corpovisiones del mundo. En un primer momento, el ethos<br />
cultural antioqueño, portador del trapiao o conjunto de lógicas de corrección anatomopolíticas, aplica-<br />
das con rigurosidad a las empleadas desde prejuicios con larga historia que han soportado estrategias<br />
biopolíticas encaminadas hacia la domesticación del “otro” en su diferencia de género, etnia y raza. En<br />
un segundo momento, el tumbao de las mujeres negras chocoanas empleadas, como fuente generadora<br />
de la negociación corpoterritorial, un tipo de resistencia subrepticia, espontánea y no planeada,<br />
evidenciada en las prácticas corporales de su vida laboral cotidiana.<br />
Esta tensión se genera, especialmente, porque el orden preestablecido antioqueño niega o se resiste<br />
a incorporar el otro saber-hacer, en el encuentro entre empleadas y familias empleadoras. El cuerpo<br />
está presente como territorio de tensión, ya que en esta relación prima una tradición patriarcal, racista<br />
y colonial que define la domesticidad corporal como aparato para la reproducción de la desigualdad<br />
social. En este caso, juegan intercomunicadas tres estigmatizaciones históricas: la lógica de la reproducción<br />
aplicada a las mujeres en razón de su género, como una condición natural para su domesticidad;<br />
la lógica de la inferioridad de la población negra, en razón de una racialización que la recrea como<br />
subdesarrollada y atrasada; y, por último, una relación servilista, instaurada por un proceso histórico<br />
desigual entre las regiones hermanas de Antioquia y Chocó, por la cual se establece una relación jerárquica<br />
de subordinación de la comunidad chocoana, en razón de su condición étnica.<br />
Las razones desprendidas de esta interseccionalidad de discursos y prácticas discriminatoria, son<br />
ejercidas sobre los cuerpos de las mujeres negras, para asignarles el lugar de la domesticidad. En<br />
este sentido, el espacio de representación de la domesticidad las espacializa dentro de la ciudad laboralmente,<br />
y dentro del espacio material del S.D. bajo unos parámetros correctivos específicos. Esta<br />
asignación se basa en una subvaloración étnico-racial-genérica, en un doble juego de naturalización<br />
de su domesticidad que las hace “ideales” para asumir este lugar subordinado, pero también desde<br />
la valoración de cualidades, aparentemente mejores que las de otras mujeres, para desarrollar ciertas<br />
labores del orden doméstico.<br />
Las estrategias anatomopolíticas, o prácticas espaciales del S.D., materializan las prácticas correctivas,<br />
aprovechando dos campos de acción: la domesticación corporal y la aplicación del trabajo del<br />
cuidado. En el primero se evidencian diversas manifestaciones como: 1) el control ilimitado de la fuerza<br />
de trabajo; 2) la corrección de los hábitos de higiene; 3) el control, directo o indirecto, sobre la sexualidad;<br />
4) el estricto ordenamiento de la movilidad; y, 5) la cosificación o materialización del cuerpo de la<br />
empleada como parte de la “ornamentación” de la casa. Las características del segundo campo son:<br />
1) trabajo extra personalizado que se infiltra en el cúmulo laboral de la empleada; 2) posturas dolorosas<br />
y “humillantes” que son resultado de las tareas que más las aproximan a la condición humana de degradación,<br />
la monotonía de actividades y la realización de oficios que extreman el desempeño físico y<br />
postural; 3) adecuamiento del “porte” o ajuste de los gestos y movimientos para lograr un “adecuado”<br />
relacionamiento corporal con el espacio y sus componentes; y, 4) eliminación de actitudes cariñosas<br />
o hábitos de proximidad, que se leen como inadecuados, “peligrosos” y hasta “malvados”, especialmente<br />
en los “estilos” de crianza, pero también en las relaciones con otros miembros de la familia. Evidenciamos,<br />
por tanto, las técnicas de construcción del sujeto-mujer-empleada doméstica-chocoana.<br />
Es de recalcar, que el hecho corporal prima en estas definiciones como marcador de identidad<br />
étnico-racial-genérica. Esto se hace evidente, al rastrear cómo el centro de las definiciones del “otro”<br />
negro, chocoano y mujer, es en esencia corporal; es la exaltación del cuerpo como principio identifica-<br />
torio, bien sea para aprovechar sus “habilidades” o para temerles y corregirles. El marcador del tumbao<br />
es un constructo identitario que nace de la población afrocolombiana o negra, pero también de las<br />
representaciones sociales elaboradas por los estamentos hegemónicos.<br />
Este estudio encontró que, fuera o dentro del S.D., las mujeres chocoanas mantienen una táctica<br />
propia, el tumbao, que les permite asegurar su incorporación a la lógica de la ciudad que las recibe. Y,<br />
debido a que la resistencia no es monolítica, ya que contiene elementos variados que alimentan tanto<br />
la aceptación de la opresión como la contradicción a la misma, no damos por hecho que esta táctica<br />
se configure desde una intencionalidad activista consciente o planeada. Por el contrario, el tumbao<br />
permite la generación de negociaciones corpoterritoriales de las empleadas, un tipo de resistencia que<br />
no necesita confrontación directa, y que se define por ser una forma de interacción individual, circunstancial<br />
y coyuntural, donde las empleadas aprovechan los resquicios de fracturación del trapiao, para<br />
interlocutar desde elementos del tumbao y generar contraespacios de resistencia o nuevos espacios<br />
de representación, y así movilizar o reconfigurar, momentánea y estratégicamente, las relaciones de<br />
poder inequitativas en el S.D.<br />
El tumbao recoge la metáfora del movimiento constante del baile para generalizarse a una<br />
actitud permanente para “gozar” la vida en todos sus aspectos y una aceptación más abierta de la<br />
sexualidad, unas actitudes proxémicas que permiten la cercanía de los cuerpos, no como un peligro,<br />
sino como una forma de expresión e interacción para generar vínculos sociales. Aunque algunos argumentos<br />
utilizados han servido para naturalizan la diferenciación social y racial, el reconocimiento del<br />
tumbao permite generar una separación social para “engancharse a una identidad colectiva” y generar<br />
interlocución desde la diferencia.<br />
Se identifican, dos escenarios de negociaciones corpoterritoriales a saber: 1) los espacios<br />
fuera del S.D., es decir, los espacios de ciudad, con especial concentración en los territorios colectivos<br />
de encuentro o representación de la identidad chocoana en Medellín; y 2) los espacios adentro, la<br />
espacialidad del S.D. En este último, el análisis muestra la negociación desde la inconsciente y lenta<br />
instalación, aceptación o incorporación de algunos “saberes-haceres” de las empleadas, en el estilo de<br />
vida de sus convivientes, especialmente sobre los campos de la salud y la belleza; la sexualidad y las<br />
relaciones afectivas; y, de manera especial en la culinaria. Todos ellos, escenarios del cuidado y disfrute<br />
del cuerpo.<br />
La reconfiguración de algunas formas de relacionamiento espacio-corporal en el S.D. como resultado<br />
de la negociación se permite, en especial, desde la incorporación de algunos saberes gastronómicos<br />
chocoanos en la cocina antioqueña ya que en ella su corpovisión se recrea con mayor libertad. Esto<br />
nos muestra la posibilidad de una coexistencia intercultural permitida desde la integración simbólica<br />
generada en el micropoder del intercambio culinario; esto derriba, parcialmente, la estructura jerárquica<br />
de dominación en el S.D.<br />
Por último, esta investigación da cuenta de las transformaciones y adecuaciones del poder en el<br />
espacio de la domesticidad. El encuentro de dos corpovisiones en el escenario del S.D., se produce<br />
cuando unos “cuerpos libres” entran en tensión con unos “cuerpos corregidos”; el eje central de la<br />
construcción del otro es un proceso de corporeización o de instalación de unos órdenes corporales, a<br />
su vez resistidos y problematizados en las prácticas cotidianas. En medio de la tensión permanente,<br />
donde interlocutan correcciones y negociaciones, se leen, mutuamente, los imaginarios sobre el “otro”<br />
y esto sirve como previsión a la hora de la negociación, tanto en el tipo de lectura que la empleada<br />
hace de las circunstancias en las que puede recurrir al tumbao, como en los limites que se sobreponen<br />
cuando los empleadores conhestan con él.<br />
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