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DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...

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Se sobreentiende que los cuerpos chocoanos, en razón del carácter libertario de estas prácticas,<br />

se construyen en una lógica poco correctiva y moldeadora. Esto no implica que se deje de contar con<br />

parámetros culturales que indiquen formas de convivencia y de interacción que tengan en cuenta los<br />

lugares de poder dados por razones de edad, parentesco, sexo, etc.<br />

Si comparamos entonces estas prácticas, con las formas correctoras urbanas blancas, podemos<br />

notar amplias diferencias en los aspectos pedagógicos, escolares, familiares y societarios en general.<br />

Se plantean en detalle, los dos ejemplos más relevantes, sentidos por las empleadas domésticas: 1) el<br />

encierro de los espacios de vivienda, escolares, laborales y de recreación de las personas “paisas”; 2)<br />

la exigibilidad de una corporalidad autocontrolada y cada vez más coercitiva para adultos y, en especial,<br />

para niños y jóvenes de las familias con las que conviven.<br />

En ambos casos, las empleadas se extrañan de la capacidad para soportar, lo que ellas consideran,<br />

espacios, condiciones y hábitos inhumanos o tristes. Tanto el confinamiento de los cuerpos en espacios<br />

delimitados, reducidos y altamente vigilados, como la exageración de unas normas posturales,<br />

comportamentales y de trato, son motivo de asombro, extrañeza, recelo y rechazo para las mujeres,<br />

que también se hallan sometidas a este esquema dentro del S.D.<br />

Según Le Breton (2002), las sociedades más occidentalizadas han elegido la mirada, condenando<br />

el despliegue de los demás sentidos (gusto, olfato, oído y tacto), en razón de un “borramiento ritualizado<br />

del cuerpo”, es decir, del distanciamiento en el relacionamiento interpersonal y con el mundo. A<br />

partir de allí, se instalan más “ritos de evitamiento” que limitan el roce, restringen la exhibición corporal,<br />

e imponen reglas severas a la interacción de los cuerpos (Le Breton, 2002:122). Parte de la corrección<br />

corporal, que hace diferentes los cuerpos “paisas” de los cuerpos chocoanos, se da en la fuerte estructuración<br />

del borramiento corporal que se aplica, desde el nacimiento, a la población antioqueña,<br />

mientras que ésta no se lee en la estructuración corporal chocoana.<br />

Los siguientes testimonios reflejan estas formas correctoras, desde la percepción de las entrevistadas:<br />

Ellos viven muy encerrados, yo no sé, será el miedo de que los roben o los secuestren… el<br />

hecho es que ellos siempre viven bajo llave, hay cámaras y todo, hasta en los juegos de los<br />

conjuntos hay cámaras. Los pelaitos sólo tienen un pedacito de tierra pa´ jugar, pues hay conjuntos<br />

con zonas verdes grandes pero en comparación con los niños de mi pueblo, pues es<br />

más poquito, ¿ya ve?, es como que todo está más enrejado aquí, uno se sentaba siempre a<br />

hablar con la gente al frente de la casa, uno nunca cerraba la puerta hasta tarde en la noche,<br />

sólo toco hacerlo cuando llegó la guerrilla porque había miedo, pero eso fue por un tiempo<br />

no más… (B.H., 41 años).<br />

El tumbao termina donde empieza la puerta, tiene que morir, ya tiene que uno taparse, caminar<br />

no como uno camina sino que tiene que caminar así… hay que ser tiesas (…) igual le<br />

pasa a los niños con los que uno trabaja, ya uno ve que las formas de educar a los niños es<br />

distinta entre los paisas y los chocoanos, porque nosotros dejamos que ellos jueguen, que se<br />

diviertan más, a estos peladitos con los que yo trabajo les exigen mucho, que se levanten super<br />

temprano, que hagan ejercicio, que se tienen que comportar bien, ellos no pueden andar<br />

sucios o comiendo en cualquier parte o gritando, ¡ay mija! eso son más estrictos que con uno,<br />

en unas casas no, pues, no son tan así, pero igual esos niños viven muy vigilados, claro que<br />

los pelaos, apenas se va la mamá, se vuelven más diablos (…) (T.A., 40 años).<br />

Pues, que le digo, en esas casas son como muy cuelliestirados 56 , lo miran a uno por sobre<br />

el hombro, ¿me entiende? o sea que todo el mundo anda muy elegante, muy serios, casi no<br />

hay como vida, todo tiene que estar organizado, todo es muy frio y encerrado… ¡ah! Yo me<br />

aburro mucho porque por ejemplo en mi casa, pues yo vivo frente a mis dos hermanas y ellas<br />

56 Habla de una postura donde el cuello se mantiene erguido y la mirada se realiza “desde arriba”.<br />

tienen sus casas propias, y todas mantenemos yendo pa´ allá y pa´ acá, de casa en casa, las<br />

puertas siempre están abiertas porque los pelaos van y vienen de una casa a la otra y se la<br />

pasan jugando y haciendo tareas donde sea, lo mismo nosotras hacemos almuerzo un día<br />

donde la una, otro día donde la otra, con lo que allá hacemos comida pa´ un montón de gente<br />

y ponemos el equipo por la tarde pa´ sentarnos a charlar y estar en familia (…) en estas casas<br />

es muy distinto, hay muy poquita vida familiar, por eso hay tanta pelea, ¿me entiende?, no se<br />

conocen entre vecinos, ni nada…(M.H., 57 años).<br />

En conclusión, es posible argumentar el encuentro de dos corpovisiones en medio del S.D., donde<br />

unos “cuerpos libres” entran en tensión con unos “cuerpos corregidos” y, por tanto, se gestionan<br />

formas de interacción donde la corrección se aplica extensivamente sobre los cuerpos libres de las<br />

empleadas y donde éstas, como veremos más adelante, se plantean e intentan contagiar su postura<br />

libertaria a los cuerpos corregidos, a través de las negociaciones corpoterritoriales establecidas en<br />

momentos específicos de su interactuación.<br />

4.3. El Tumbao en la ciudad<br />

Con respecto al tumbao en la ciudad, se enumeran algunos de los argumentos por los cuales, el<br />

tumbao, como metáfora de resistencia, se instala además del ámbito del S.D. en el marco más amplio<br />

de la ciudad. Los espacios del tumbao en la ciudad, tienen que ver con los momentos de encuentro<br />

colectivo que se realizan en los barrios o sectores de alto porcentaje de población chocoana asentada,<br />

y en los lugares públicos de “rumba” o que sirven de puntos de encuentro, en sectores centrales de la<br />

ciudad, como algunos parques.<br />

En estos espacios el tumbao se posibilita gracias al encuentro y reificación de una identidad colectiva<br />

vivida a partir de la música, la conversación, etc. Se puede decir que estos territorios han sido<br />

conquistados en medio de una ciudad que ha sido largamente excluyente de las personas negras incluso<br />

en el diseño material de su estructura. Estos ejes de encuentro, caracterizados por el encuentro<br />

masivo de personas chocoanas, puede decirse que han sido territorios racializados, ya que han sido<br />

conquistados, poco a poco, por esta población, sin ejercer ninguna discriminación a otras personas<br />

que deseen habitarlos, y porque la ciudad ya los ha identificado, permitido y delimitado en su imaginarios,<br />

como espacios de la población negra y, especialmente, chocoana. Esto también puede responder<br />

a que, debido al racismo generalizado, que, subrepticiamente, se ejerce en muchos sectores de la<br />

sociedad, estas personas se ven limitadas para habitar cualquier espacio de la ciudad con libertad y<br />

con sentido de pertenencia.<br />

No toda la población negra se reúne en estos sitios congregacionales, pues, los jóvenes que se<br />

quieren adaptar a la cultura paisa o ya se consideran “paisas”, no necesariamente requieren de sitios<br />

que les permitan el encuentro con personas que puedan considerar como su “gente”, o, la recuperación<br />

e identificación con sus raíces chocoanas.<br />

No obstante, los sitios que son un referente dentro de la ciudad para que negros y chocoanos se<br />

reúnan, convocan siempre alrededor de la “rumba negra”. Muchos de los espacios abiertos o cerrados<br />

para la rumba en estos lugares, se especializan en escoger ritmos bailables comunes en la costa Pacífi-<br />

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