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DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...

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yen y discriminan a la población chocoana, en razón de su etnia como de su color de piel, disminuye<br />

las posibilidades de quien es chocoano e intenta hacer parte de la ciudad en su condición de migrante<br />

y/o habitante. Tal hegemonía trata de ser trastocada, diariamente, desde los movimientos sociales y<br />

los programas estatales en la línea de los derechos humanos y la inclusión social. Además, no podemos<br />

decir que toda la población mestiza de la ciudad es generadora de discriminación, aunque ésta<br />

posiblemente la use como recurso cuando se encuentre en medio de una tensión de reconocimiento<br />

intercultural.<br />

Sin embargo, la tendencia tras la intención moderna de la ciudad de mostrarse como respetuosa de<br />

la diversidad, no minimiza el peso de histórico de la relación vertical colonial que continúa marginando<br />

a la población chocoana para acceder en igualdad de derechos a una ciudad libre de prejuicios. Bien<br />

lo dibuja Wade en estas palabras: “Medellín es concebido básicamente como una sociedad abierta,<br />

aunque afectada por cierto racismo, en la cual los negros pueden ser aceptados si se comportan “correctamente”<br />

y en la cual la no integración es vista como responsabilidad de los negros, quienes eligen<br />

segregarse o carecen de confianza” (Wade,1997:296).<br />

Durante el proceso de incorporación de las personas negras, chocoanas y, en general, afrocolombianas<br />

a la sociedad “paisa” 32 y, concretamente, a la ciudad de Medellín, algunos estudios han encontrado<br />

cómo las relaciones entre paisas y chocoanos, dentro de la ciudad, se mantienen en una tensión<br />

que, permanentemente, enfrenta ideas más o menos radicales de exclusión de parte de los “pobladores<br />

originales” o “paisas” hacia los “extraños o invasores”, a pesar de la cercanía histórica que ata<br />

estas dos poblaciones. Rastros de una profunda tradición de servilismo y esclavismo colonial arraigado<br />

en la imaginería antioqueña muestra una relación histórica, patrón-sirvienta, réplica de una geopolítica<br />

dominante en la larga historia conflictiva pero interdependiente entre estas dos regiones (Wade, 1987).<br />

Este autor ha explicado detalladamente en su obra, esta imaginería:<br />

Los chocoanos son vistos como provenientes de una región pobre y abandonada que está en<br />

el fondo de las escalas sociales de raza, región y poder (…). Sin embargo, y a pesar de esto,<br />

muchos de los que contestaron mencionaron que los chocoanos parecían ser “alegres” (…).<br />

Entramos aquí en una esfera más subliminal y contradictoria. Porque si los chocoanos, y de<br />

manera más general los negros, son vistos como inferiores, su misma posición parece darles<br />

acceso a cosas de las cuales los blancos están alejados. Ciertas ideas acerca de los negros,<br />

creadas y reiteradas con el tiempo, pueden ser de doble filo (…) si los negros, incluidas las<br />

mujeres, están especialmente capacitados para las labores manuales, ¿no es “natural” que<br />

tengan cuerpos fuertes, poderosos y bien formados? (Wade, 1997:296-297).<br />

El S.D., tiene que ver con la posibilidad de sostener una economía familiar de clase media alta,<br />

y una ampliación de las posibilidades laborales de las mujeres que pertenecen a las familias en las<br />

cuales trabajan. Nos referimos por tanto a una estructura racista, clasista y sexista trasversal a esta estructura<br />

(Illanes, 1997). Wade nos dice al respecto: “Aún, tomando debidamente en cuenta la variedad<br />

de empleo de los demás, así como el papel importante de los profesionales y empleados, se destaca<br />

la relación patrón-sirvienta como una de las más frecuentes en la relación Antioquia- Chocó desde el<br />

punto de vista urbano” (Wade, 1993:450).<br />

Sobre la etnicidad, se establecen relaciones, abierta o tácitamente discriminatorias cuya fuente<br />

de permanencia es el estigma de la servidumbre de la población chocoana. Esto se refleja en la estructura<br />

socieconómica y laboral de la ciudad que delimita unos campos de acción para la población chocoana,<br />

32 Paisa es apócope de paisano y es la denominación genérica de los oriundos de la región antioqueña que cubre el departamento de<br />

Antioquia y otros departamentos del denominado “eje cafetero”.<br />

especialmente, en el área de servicios o en los empleos de más baja remuneración y valoración social.<br />

2.2. El espacio del servicio doméstico<br />

La representación sobre el espacio del S.D., establecida desde el poder estamentario, ha sido influenciada<br />

por las estructuras socio-históricas que inscriben en unos sujetos específicos, la biopolítica<br />

de la domesticidad en razón de su género, raza y etnia bajo mecanismos de control del trabajo doméstico<br />

de las mujeres, regulación del cuerpo negro y mantenimiento del servilismo del sujeto chocoano,<br />

respectivamente.<br />

El sujeto doméstico se produce gracias a un espacio doméstico que determina y se alimenta de su<br />

aparición. En un proceso de doble vía, los espacios físicos determinan a los sujetos que los habitan y,<br />

viceversa, los sujetos crean formas de apropiación, uso y significación de los espacios.<br />

Los espacios físicos del S.D. tienen que ver con la configuración arquitectónica de la vivienda privada<br />

de sectores ricos de la ciudad, que se alimentan de estos legados, pero también con la delimitación<br />

de las relaciones socio-espaciales que son pertinentes a ellos.<br />

Veamos entonces cómo se ha establecido, históricamente, el espacio doméstico y las relaciones<br />

espaciales que lo fundan, para entender en qué marco surgen los mecanismos anatomopolíticos de<br />

corrección corporal del S.D. en la ciudad de Medellín, y, porque, simultáneamente, surgen las negociaciones<br />

micropolíticas corpoterritoriales desde las mujeres negras chocoanas empleadas en él.<br />

2.2.1. La definición del espacio doméstico<br />

El llamado “ámbito” o “espacio privado” se ha constituido como el espacio doméstico por excelencia,<br />

donde lo doméstico es el adjetivo que se refiere a la casa, proveniente de la voz latina domus<br />

(casa). El espacio doméstico, ha sido largamente designado como aquel lugar de la enunciación y la<br />

práctica, dedicado al mantenimiento de las condiciones reproductivas de la vida a través de la fuerza<br />

de trabajo de una o varias personas.<br />

Estudios como los de Ariés y Duby, hacen hincapié en el reciente aparecimiento de la división entre<br />

los espacios del hogar y los espacios del trabajo con la reconfiguración de la vida social a partir del<br />

siglo XIX. Esta división consistió en separar ciertos asuntos del ámbito público y del escrutinio social,<br />

para darle cabida a un ámbito propio: la familia y a un “espacio propio, específico: el de la vivienda<br />

doméstica” (Ariés y Duby, 1990:13).<br />

A la par de la repartición de poderes, se establece un nuevo reparto de espacios, tiempos y prácticas,<br />

detalladas especialmente para la sociedad europea por estos autores. Cabe rescatar de esos análisis<br />

la precisión según la cual, en un momento relativo durante del siglo XIX, “las fronteras entre mundo<br />

privado y público se desplazan y como sus sustancias se transforman” (Ibíd.:14), constantemente, al<br />

paso del tiempo y de las tradiciones culturales; como vuelve a ocurrir en el siglo XX donde uno y otro<br />

no se diferencian de manera absoluta, debido a:<br />

La especialización de los espacios laborales, el señalamiento del trabajo doméstico como<br />

espacio de dominación y la conquista de otros espacios laborales como parte de la emancipación<br />

femenina. Lo anterior también comienza a designar la diferencia valorativa entre el<br />

trabajo productivo y el doméstico, al mismo tiempo que comienza a aparecer el fenómeno<br />

de la servidumbre de las esferas más altas de la sociedad, donde hombres y mujeres son<br />

recluidos (Ariés y Duby, 1990:18).<br />

Con la aparición de las grandes urbes en Latinoamérica se incrementa, vertiginosamente, el S.D.<br />

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