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DEL TUMBAO AL TRAPIAO NEGOCIACIONES ...

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Podríamos catalogar el espacio del servicio doméstico como un lugar de paso, de transitoriedad,<br />

de no pertenencia para la empleada, donde no es posible crear fuertes lazos de pertenecía con el lugar,<br />

es decir, un “sentido de lugar” 36 .<br />

Las empleadas del S.D. se encuentran en una encrucijada, pues, para muchas de ellas el espacio<br />

laboral se convierte en un “lugar de habitación” que durante largas etapas de vida las enclaustra a vivir<br />

en estos hogares “sustitutos” un gran porcentaje del tiempo. Esto las ubica en un lugar entre el “afuera”<br />

y el “adentro”, en una especie de borde o frontera de significación y uso del espacio. En este sentido,<br />

creemos que es para ellas indispensable - para su supervivencia emocional y económica-, muchas<br />

veces por necesidad más que por deseo, crear mecanismos de “re-territorialización” 37 , es decir, de ligazón<br />

con el lugar, resignificándolo en la medida en que les es permitido y aunque sea de forma parcial.<br />

Estos mecanismos tienen que ver con la resistencia y la negociación, a pequeña escala, instalados en<br />

las relaciones interpersonales y espaciales, como lo veremos en el último capítulo.<br />

Sin embargo, la habitabilidad en el espacio del S.D. demuestra una tensión que hace posible que,<br />

aunque la relación del S.D. sintetiza las relaciones de poder más dominantes y, en este sentido, niega la<br />

individualidad-subjetividad-corporalidad de las empleadas, se haga posible la lectura de su capacidad<br />

de intervenir los espacios y las relaciones, dotándolos de nuevos sentidos desde su propio ser como<br />

parte de un proceso de territorialización que luchan día a día<br />

36 Para Oslender (2002), el sentido de lugar “Trata de expresar la orientación subjetiva que se deriva del vivir en un lugar particular, al<br />

que individuos y comunidades desarrollan profundos sentimientos de apego a través de sus experiencias y memorias. El concepto de<br />

sentido de lugar ha sido central en la geografía humanística y propuestas fenomenológicas que han resaltado ´la naturaleza dialógica<br />

de la relación de la gente con un lugar´ (Buttimer, 1976:284)” y continúa concluyendo que este concepto “expresa entonces el sentido<br />

de pertenencia a lugares particulares e inserta una fuerte orientación subjetiva al concepto de lugar mismo”.<br />

37 "Proponemos un nuevo concepto de reterritorialización para describir el proceso en el que las culturas desterritorializadas toman sus<br />

raíces en lugares distantes de sus orígenes y ubicaciones tradicionales. La reterritorialización de una cultura comprende una serie de<br />

procesos que van desde la difusión desde su origen a través de las fronteras (espaciales, temporales y culturales) al establecimiento<br />

en un nuevo lugar, en una nueva forma. Las culturas reterritorializadas no se transportan simplemente, se transforman (Short y Kim<br />

citados por Lie, 2002:14).<br />

3. EL <strong>TRAPIAO</strong> O MICROFÍSICA <strong>DEL</strong> SERVICIO DOMÉSTICO:<br />

CORRECIÓN DE LOS CUERPOS Y DE LOS SENTIDOS<br />

Sólo el patrón puede usar palabras sonoras (…).<br />

Ellas apenas si las rozan, las pronuncian a las voladas,<br />

es más ni siquiera tienen acceso al lenguaje,<br />

como tampoco tienen acceso a la mesa, a la sala,<br />

al sofá en el que se sientan las visitas.<br />

No deben verse, no deben sentirse, son simples comparsas,<br />

telón de fondo para la buena marcha de la casa.<br />

Ana Gutiérrez<br />

Se necesita muchacha.<br />

Frente a las prácticas espaciales, segundo estrato de análisis en la triada espacial de Lefebvre, es<br />

indispensable adentrarse en los vericuetos del establecimiento de las relaciones cotidianas en el servicio<br />

doméstico. Recordemos que, según este autor, tal categoría se refiere a las formas de apropiación,<br />

representación y uso de los espacios vividos por los sujetos en un grupo social (Lefebre, 2000).<br />

La práctica espacial del S.D. se configura en un proceso de espacialización cuya definición está<br />

dada por una microfísica específica donde los sujetos deben adecuarse a ella, para ser aceptados en<br />

su grupo o en un escenario específico del mismo, a través de un modelo de corrección corporal, es<br />

decir, de un procedimiento anatomopolítico.<br />

Para desarrollar este enunciado empecemos por aclarar cómo se ha definido la microfísica del<br />

poder en la teoría foucaultiana:<br />

El cuerpo está también directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder<br />

operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio,<br />

lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos. Este cerco<br />

político del cuerpo va unido, de acuerdo con unas relaciones complejas y recíprocas, a la utilización<br />

económica del cuerpo; el cuerpo, en una buena parte, está imbuido de relaciones de<br />

poder y de dominación, como fuerza de producción; pero en cambio, su constitución como<br />

fuerza de trabajo sólo es posible si se halla prendido en un sistema de sujeción (en el que la<br />

necesidad es también un instrumento político cuidadosamente dispuesto, calculado y utilizado).<br />

[…] Se trata en cierto modo de una microfísica del poder que los aparatos y las instituciones<br />

ponen en juego, pero cuyo campo de validez se sitúa en cierto modo entre esos grandes<br />

funcionamientos y los propios cuerpos con su materialidad y sus fuerzas (Foucault, 2002:25).<br />

La anatomopolítica se convierte en uno de los elementos disciplinares que hacer efectiva la microfísica<br />

o el poder sobre los cuerpos, Foucault (2002) explica la anatomopolítica de la siguiente manera:<br />

El momento histórico de las disciplina es el momento en que nace un arte del cuerpo humano,<br />

que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a hacer más pesada<br />

su sujeción, sino a la formación de un vínculo que, en el mismo mecanismo, lo hace tanto<br />

más obediente cuanto más útil, y al revés. Fórmase entonces una política de las coerciones<br />

que constituyen un trabajo sobre el cuerpo, una manipulación calculada de sus elementos,<br />

de sus gestos, de sus comportamientos. El cuerpo humano entra en un mecanismo de poder<br />

que lo explora, lo desarticula y lo recompone. Una “anatomía política”, que es igualmente una<br />

“mecánica del poder”, está naciendo; define cómo se puede hacer presa en el cuerpo de los<br />

demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como se<br />

quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina (Foucault, 2002:125).<br />

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