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EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 76 JUNIO 2022

Antología de cuentos de autores de habla hispana

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“No me gusta que cafumben en mi vaso!”, gritaba. Yo ni siquiera sabía el

significado de “cafumbar” para ser sincera. “Les dije un millón de veces que

no me gusta cuando cafumban en mis vasos!” y golpeaba la mesa con sus

manos pesadas, haciendo tanto ruido que me daban ganas de hacer pipi.

En mi cabeza, Don Aulerindo era el hombre más viejo del mundo. La

piel arrugada denunciaba décadas. Muchas. El humor era de quien llevaba

siglos en este mundo. Reclamaba por todo, todo el tiempo, y se enojaba por

cualquier cosa. Me hacía cuestionar: ¿Don Aulerindo era solamente un viejo

más ceñudo que el resto o todos nosotros seríamos como él en la vejez?

Siempre me resultó muy curioso cómo este matrimonio funcionaba.

Ella, aparentemente, no parecía tener permiso para dar opiniones y no ponía

resistencia ante los tratos secos y, muchas veces, duros. Una noche cualquiera,

en una de esas conversaciones de adultos en las cuales los niños siempre paran

la oreja, escuché a Aulerindo contar a mi padre cómo había conocido a Doña

María y le explicaba, sin ningún atisbo de culpa, cómo el casamiento se

concretizó: “fui allá y le eché el lazo”, fueron las palabras que salieron de su

boca y me hicieron cuestionar la naturaleza de mi realidad... ¿habré escuchado

bien?

María era una niña de tan solo trece años cuando el hombre llegó a la

hacienda donde vivía y negoció algo con su padre. Don Aulerindo había

enviudado recientemente y necesitaba una nueva mujer que pudiera hacerse

cargo de sus hijos, casa y del hombre que él era. La niña, que no era nada

tonta, arrancó. Salió corriendo porque no quería casarse a los trece años,

menos aún con un hombre tan mayor que ella. Él, veintitrés años. más ágil, se

montó en su caballo, agarró un trozo de cuerda y le echó un lazo.

Descreyente de su trágico destino, María nunca más se rebeló o

intentó huir. En un nivel profundo de disociación conformada, se volvió en

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