03.07.2022 Views

EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 76 JUNIO 2022

Antología de cuentos de autores de habla hispana

Antología de cuentos de autores de habla hispana

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Observé su fornida silueta desplomarse en el suelo, gritó con ira, cubrió su

rostro con las manos. Pude distinguir que al costado yacía la hermana Hilda, su

cabeza destilaba un río de sangre.

Levantó a la anciana entre sus brazos, sostuvo su cuello vencido y se

resguardaron dentro del salón para el servicio. Salió con la camisa empañada

de líquidos magenta, me dijo que entre y no me mueva de ahí. Él tenía que ir al

cuarto de Micaela. Oí sus pesados zapatos alejarse y poco a poco sentí una

espesa neblina cubrir mis manos. A los minutos escuché otra estrepitosa bala,

esta vez el sonido venía de la cancha de fútbol.

Abrieron la puerta y una silueta surgió en el marco, sentí angustia

hasta que reconocí a Saúl. A primera vista no noté que había alguien detrás,

apuntándole con una pistola. Como reflejo prendí la luz, reconocí el rostro, lo

había visto varias veces en el noticiero, ¿dónde está mi hija? Repetía el pastor.

Pedro Mesías alias Dupé lo miró con tranquilidad y dijo: —No has cumplido

tu parte del trato—. Acto seguido, le dio un severo golpe con la culata del

arma, me dirigió sus letales ojos plomos y sin parpadear disparó.

3.

La única solución para combatir su tristeza era dar compulsivas

vueltas dentro de su habitación. Luego de unos meses creyó que el entorno se

estaba viciando. Comenzó a hacer círculos en la sala, en el comedor, entre las

habitaciones. Cuando la hermana Hilda y su hija lo miraron como si se hubiera

vuelto loco decidió caminar por la iglesia.

Dios obra de manera misteriosa, dice, a pesar de los sucesos hace

horas no aparece ese vórtice en su pecho. No lo está llamando esa inmensa

oscuridad. Tampoco está la hermana Hilda ni Micaela. Abrió los ojos y notó

que estábamos solos, mi pierna sangraba y yo miraba hacia las ventanas del

salón. El pastor Saúl me dijo que arranque una manga de mi polo y haga un

torniquete. Nos habían dejado encerrados.

25

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!