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EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 76 JUNIO 2022

Antología de cuentos de autores de habla hispana

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observaba una ciudad sitiada por los bordes de una placa; una vez inmerso en

el itinerario, la humanidad se reduce al tamaño de un punto negro, diminuto,

impersonal. Mimetizado con esa romería que algún turista frenó en una toma

panorámica.

Y todo deja de tener sentido, otra vez.

Para qué moverse si, en definitiva, terminamos siempre estáticos,

congelados en formato jpg o, girando como hámsters en sus rueditas, dentro

de un video que repite hasta el infinito, la misma secuencia de movimientos.

No pertenecemos a esas tierras, nuestras suelas se gastan en caminos

ajenos, los colores de las tejas se destiñen y arrastramos valijas pesadas,

repletas de problemas que sacamos a pasear.

Hay tantos otros modos de viajar livianos. Hasta qué punto es

necesario trasladar el cuerpo, para sentirse presente en un lugar.

Yo, la mayor parte del tiempo, me siento ausente. Una especie de

estado de hibernación en el que, a veces, me suspende la rutina: el cuerpo en

piloto automático y la mente a años luz.

Entonces, corresponde preguntarme adónde voy cuando no estoy.

Un buen punto de partida para comenzar a descifrar de qué se trata la

travesía de la vida o cuántas veces se habrá escrito el día uno en mi bitácora de

viaje.

Será que soltamos amarras cada vez que la mente abandona el cuerpo.

Cada ocasión en la que nos percibimos lejanos, trotaremos por otras

dimensiones. Las líneas del espacio y del tiempo, es probable que se crucen, se

bifurquen, corran paralelas, nos atraviesen, nos atropellen, nos envuelvan.

En este mismo instante, mientras escribo esta palabra, transito vaya a

saber qué senderos de la Acrópolis, pisando pedregullo con los pies descalzos;

trepo, quizás, las escaleras empinadas de un teocali, porque Huitzilopochtli

tiene sed de mi sangre; rezo en silencio, arropada por mi hábito de Dominica,

en un monasterio de clausura en Toledo. O poso desnuda y quieta en

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