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La Única Esperanza - Elena G. de White

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La mujer se sorprendió mucho, porque ella sabía cuánto odiaban los

judíos a los samaritanos. Sin embargo, Cristo le dijo que si ella se lo pidiese,

él le daría agua viva. Esto la sorprendió más aún. Entonces Jesús le aclaró:

"Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba

del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré

será en él una fuente de agua que salte para vida eterna". Juan 4:13, 14. El

agua viva es un símbolo del Espíritu Santo. Así como el viajero sediento

necesita agua para beber, también nosotros necesitamos el Espíritu de Dios

en nuestros corazones. El que bebe de esta agua nunca más tendrá sed.

El Espíritu Santo trae el amor de Dios a nuestros corazones. Satisface

nuestros anhelos, de manera que las riquezas, honores y placeres de este

mundo pierdan su atractivo. Nos llena de un gozo tal que deseamos que otros

lo tengan también. Será como una fuente de agua que fluya en bendiciones

derredor de nosotros.

Toda persona que tenga el Espíritu de Dios, vivirá para siempre con

Cristo en su reino. Recibirlo por fe en el corazón, es el comienzo de la vida

eterna.

Jesús le dijo a la mujer que le daría esa preciosa bendición si ella la

pedía. También quiere ponerla a nuestro alcance

Esa mujer había quebrantado los mandamientos de Dios, y Cristo le

reveló que conocía los pecados de su vida. Pero le manifestó también que era

su amigo, que la amaba y se compadecía de ella, y que si estaba dispuesta a

abandonar sus pecados, Dios la recibiría como hija suya.

¡Cuánto se alegró ella de saberlo! Muy contenta corrió a la ciudad

cercana y llamó a la gente para que viniera a ver a Jesús.

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