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La Única Esperanza - Elena G. de White

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"¿Soy yo, señor?"

Cuando se sentaron de nuevo a la mesa con Jesús, vieron que todavía

estaba profundamente angustiado. Una nube de tristeza se posó sobre todos

ellos y quedaron en silencio.

Por fin Jesús habló y dijo: "De cierto os digo, que uno de vosotros me

ha de entregar".

Los discípulos estaban afligidos y sorprendidos al oír estas palabras.

Cada uno empezó a investigar su corazón para ver si había alguna sombra de

pensamiento negativo contra su Maestro.

Uno tras otro preguntó: "¿Soy yo, Señor?"

Judas fue el único que permaneció silencioso. Esto atrajo las miradas

de todos hacia él. Cuando vio que era observado, pregunto: "¿Soy yo,

Maestro?"

Jesús le respondió con voz solemne: "Tú lo has dicho". Mateo 26:21,

22, 25.

Jesús había lavado los pies de Judas, pero este acto no lo hizo amar al

Salvador más que antes. Al contrario, se enojó porque Cristo realizó la obra

de un sirviente. Comprendió entonces que Jesús no sería rey, y se sintió más

decidido a traicionarlo.

Ni siquiera sintió temor cuando descubrió que el Maestro conocía su

propósito. Muy enojado salió rápidamente de la habitación a concretar su

malvado plan. La salida de Judas fue un alivio para todos los presentes. El

rostro del Salvador se iluminó, y las sombras de tristeza se disiparon de sus

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