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todo el mundo.
El pastor iba delante de sus ovejas y hacía frente a todos los peligros.
Luchaba con las bestias salvajes y con los ladrones. A veces el pastor moría
defendiendo su rebaño.
Del mismo modo el Salvador cuida su rebaño de discípulos. Fue
delante de nosotros para enfrentar el peligro. Vivió en esta tierra como
nosotros, siendo un niño, un joven y un hombre. Venció a Satanás y todas
sus tentaciones para que nosotros también podamos vencer.
Murió para salvarnos y, aunque ahora está en el cielo, no nos olvida ni
por un momento. Cuida con seguridad a cada una de sus ovejas. Ninguno de
los que lo sigan podrá ser atrapado por el gran enemigo.
Un pastor podía tener cien ovejas, pero si una faltaba, no se quedaba
con las que se hallaban en el redil, sino que salía a buscar a la que se había
perdido.
Solía andar en la noche oscura, en la tormenta, sobre montañas y valles.
No descansaba hasta encontrar la oveja perdida.
Entonces la tomaba en sus brazos y la traía de vuelta al redil. No se
quejaba de la larga y dura búsqueda, sino que decía alegremente: "Gozaos
conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido". Lucas 15:4-
7.
De esta manera vemos que el Salvador y Pastor no cuida solamente a
los que se hallan en el redil. El dice: "El Hijo del hombre ha venido para
salvar lo que se había perdido". Mateo 18:11.
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