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quién buscáis?"
De nuevo contestaron: "A Jesús nazareno". El Salvador dijo entonces:
"Os he dicho que yo soy. Si me buscáis a mí, dejad ir a estos". Juan 18:7, 8.
En esta hora de prueba, los pensamientos de Cristo eran para sus
queridos discípulos. No deseaba que sufrieran, aun cuando él tuviera que ir a
la prisión y a la muerte.
El traidor
Judas, el traidor, no se olvidó de la parte que debía desempeñar. Se
acercó a Jesús y lo besó.
El Señor le dijo: "Amigo, ¿a qué vienes?" Mateo 26:50. Y luego, con
voz temblorosa, añadió: "¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?" Lucas
22:48.
Estas bondadosas palabras debían haber tocado el corazón de Judas,
pero ya no le quedaba ningún sentimiento de ternura y honor. Judas se había
entregado al dominio de Satanás. Se mostró arrogante delante del Señor, y no
se avergonzó de entregarlo a la turba cruel.
Cristo no rechazó el beso del traidor, con lo que nos dio un ejemplo de
tolerancia, amor y piedad. Si somos sus discípulos, debemos tratar a nuestros
enemigos como él trató a Judas.
La turba asesina se envalentonó cuando vio a Judas tocar a quien
recientemente había sido glorificado delante de sus ojos. Enseguida
prendieron al Salvador y ataron aquellas manos que siempre habían sido
extendidas para hacer el bien.
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