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La Única Esperanza - Elena G. de White

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Recuerda que Dios y Cristo están interesados en ti, y que toda la hueste

de los cielos está ocupada en la obra de salvar a los pecadores.

"¡Señor, sálvame!"

Cuando Cristo estuvo en la tierra, demostró con sus milagros que tenía

poder para salvar hasta lo sumo. Curando las enfermedades del cuerpo,

manifestó su capacidad para eliminar el pecado del corazón.

Hizo que el cojo caminara, que el sordo oyera y que el ciego viera.

Limpió a los pobres leprosos, sanó al hombre paralítico y a los que tenían

todo tipo de enfermedad.

Por su palabra, aun los demonios eran arrojados fuera de aquellos a

quienes poseían. Los que observaban estas obras maravillosas quedaban

asombrados y decían: "¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder

manda a los espíritus impuros, y salen?" Lucas 4:36.

A la orden de Jesús, Pedro pudo caminar sobre el agua. Pero tuvo que

mantener sus ojos sobre el Salvador. Tan pronto como apartó su mirada,

comenzó a dudar y a hundirse.

Entonces clamó: "¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la

mano, lo sostuvo". Mateo 14:28-31. De la misma manera Cristo extenderá su

mano para salvar a todo aquél que clame a él por ayuda.

Aun los muertos eran resucitados por el Salvador. Uno de ellos fue el

hijo de la viuda de Naín. La gente lo conducía a la tumba cuando Jesús lo

encontró. Tomó al joven por la mano, lo levantó y lo entregó vivo a su

madre. Entonces los componentes de la procesión fúnebre regresaron a sus

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