IV - CCA Monatsblatt

a) En el área rural:
- Lengua originaria como primera lengua (L1) y el castellano como
segunda lengua (L2), en poblaciones o comunidades monolingües y de
predominio de la lengua originaria.
- El castellano como primera lengua (L1) y la lengua originaria como
segunda lengua (L2), en poblaciones o comunidades monolingües y de
predominio del castellano.
- En las comunidades o regiones trilingües o multilingües, para la elección
de la lengua originaria, se aplican los criterios de territorialidad y
transterritorialidad.
- En el caso de las lenguas en peligro de extinción, se implementan
políticas lingüísticas de recuperación y desarrollo con participación
directa de los hablantes de dichas lenguas, para lo cual se diseñan
estrategias pedagógicas y lingüísticas específicas para cada región o
comunidad.
b) En el área urbana:
- Lengua castellana como primera lengua (L1) y una lengua originaria
como segunda lengua (L2), tomando los criterios de territorialidad y
transterritorialidad de la comunidad educativa.
Consideramos que esta propuesta comete el mismo error que la reforma
educativa de 1994, puesto que para la implementación de las lenguas indígenas
como primera lengua (L1), es necesario fortalecer las limitaciones de éstas,
principalmente en el nivel léxico, que durante décadas han sufrido un período de
empobrecimiento.
Así, la lengua aimara, pese a que tiene ya una tradición escrita de muchos años,
no puede ser considerada como una lengua de comunicación, puesto que aún no
se ha solucionado por completo la cuestión del sistema alfabético 9 y porque la
lengua carece aún de un marco referencial sobre asuntos tan importantes, como
la ortografía y normas de propiedad y corrección, hecho que no le permite
competir ni coexistir, en igualdad de condiciones, con el español.
Las deficiencias de la lengua aimara están, sobre todo, en el nivel léxico, puesto
que éste no se ha revitalizado suficientemente. Por un lado, la introducción de
9 La lengua de la cultura aimara es ágrafa, razón por la cual se adoptó la utilización de la simbología
latina para su escritura. Durante años hubo una pugna de alfabetos entre los estudiosos, que se
minimizó en agosto de 1983, en el Seminario Internacional de Educación Intercultural y Bilingüe
realizado en la ciudad de Cochabamba, en el que se aprobó un alfabeto unificado, el mismo que fue
ratificado en otros seminarios o congresos. Pero pese a este proceso de unificación, existen aún
algunas diferencias.
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