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20propician las condiciones para que el producto de esa práctica científico tecnológicaesté apegada al respeto de la dignidad humana, que sus resultados se utilicen paramejorar la salud de la gente, superar problemas ambientales, apoyar el desarrolloeconómico humanizado, elevar la calidad de vida y el bienestar de las personas. Demanera, que se logren configurar propuestas para este fin (Sánchez Cazorla, 1997).De manera que, es una exigencia para el liderazgo tener un marco ético deactuación tomando en consideración la naturaleza de la tecnología como hechohumano. En este sentido, se pretende el desarrollo de un liderazgo transformacional(Bass, 1998) definido en términos de ser centrado en valores, visionario, audaz,innovador e imaginativo que pueda conducir los procesos de cambio tecnológicos en lasmismas organizaciones y en su entorno y lo fundamental radica en los principios éticoscomo centro de sus actividades. Lo ético permite crear espacios de reflexión paraanalizar como ha sido la actuación de la tecnología desde el propio significado de losvalores y a su vez la consideración de la perversidad (Etkin, 1999) definida en términosde ignorar desigualdades sociales y culturales que se originan, ubicándose losproblemas en un encuadre que define los valores en juego y los mandatos sociales aconsiderar.Ahora bien, la tecnología desde una perspectiva ecológica hace posible que laética se presente como una visión de la realidad, al preocuparse por la armonía en lasrelaciones de los seres humanos entre si y respecto a su medio ambiente. La éticaposibilita la aplicación par conceptual armonía –disonancia con el propósito de regularlas relaciones entre los dominios de lo social y lo natural. Y esta relación es afectada,principalmente, por la toxicidad y la contaminación asociadas a las tecnologías y susmodos de producción. El pensar ético se amplia, se extiende y se refuerza cuando seincluye valores intangibles o no comerciales, que tienen que ver con la calidad de vida,con la protección del agua, el aire y la tierra (Sánchez Cazorla, 1997).En este sentido, es apropiado abordar una epísteme que se caracterice porconsiderar el hacer histórico interno y externo de la tecnología y el liderazgo, los cualesse han venido desarrollando desde un positivismo lógico y sin ningún compromiso conel desarrollo humano. Hay que pensar una vinculación de liderazgo y gestión de la