InFluential_Magazine_March_April_2017

DEPORTES
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Pero cuando el Clásico Mundial de Béisbol
nació en el 2006, nos trajo otras formas
de jugar y ver a la pelota que nos dieron
lecciones tremendas, que fueron coronadas con
los dos campeonatos de Japón en las primeras
dos ediciones.
Cantos diferentes, mucha comida asiática en cada
lugar del estadio y trompetas y más trompetas, nos
demostraron en cada tribuna una inmensa diferencia.
Además, se hacía patente en el terreno de juego con
toques de bola, conexiones por detrás de los corredores,
bateos y corrido. Lo que llamamos “pelota pequeña”
se agrandaba en cada partido y nos hacía creer en un
béisbol diferente… en la pelota asiática, campeona del
primer campeonato serio de béisbol por selecciones
nacionales desde los años 40 del siglo XX.
El mito de nuestro béisbol caribeño omnipotente que
solo podía ser contendido por el poder tecnológico e
industrial de los Estados Unidos, inventor del béisbol,
estaba muriendo. Muchos salieron a dar explicaciones: “La
época del año no nos sirve, los peloteros no están al 100 %,
mientras que en Japón están en plena temporada” o “A los
asiáticos no les da tan duro en la estructura de sus equipos
las prohibiciones de las grandes ligas”. Habían demasiadas
excusas y muy poca comprensión de lo cerca que está la
pelota japonesa, e incluso la coreana, de nuestra imbatible
forma de jugar a la pelota mientras nos divertimos.
Teníamos que ser invencibles porque los Estados
Unidos nunca ha tenido un interés real en presentar
lo mejor de su pelota en estos clásicos. Todo era un
desastre, Japón y Corea se habían embolsillado dos
campeonatos, un subcampeonato y un cuarto lugar
en los dos primeros clásicos, hasta que apareció
República Dominicana. Los quisqueyanos apelaron
a lo más profundo y antiguo: a la esencia de nuestra
pelota; jugaron, se divirtieron y consiguieron el
primer campeonato para esta parte del mundo en la
tercera edición. Por otro lado, los boricuas, con menos
aspavientes pero con la misma gracia, se llevaron el
subcampeonato de la mano de Edwin Rodríguez.
kPOR BRODERICK ZERPA
PERIODISTA DEPORTIVO
Twitter / Instagram / Facebook: @Beisbologo
Las cosas habían cambiado, ya no eran las
trompetas, sino el merengue y la salsa los que
resonaron en el mundo del béisbol.
El cuarto Clásico
Ahora estamos de cara a la cuarta edición de este
campeonato que reúne a 16 países en cuatro grupos
que jugarán en Corea, Japón, Estados Unidos y México, y
que ya dejó en el camino a otros 12 equipos que cayeron
en las rondas de clasificación, en las que accedieron al
Clásico, México, Colombia, Israel y Australia.
Aún Estados Unidos está quedando a deber en su
convocatoria, pero Venezuela, Canadá, México, Puerto
Rico y Dominicana se han tomado muy en serio esta
competencia y han logrado el sí de la mayor parte de
lo mejor de su talento de ligas mayores, por lo que
prevemos una contienda durísima.
Dos equipos tienen características especiales. Cuba
por sus características políticas no presenta lo mejor
de lo nacido en su suelo, ya que consideran a los
“desertores” como no cubanos, por ello extrañaremos
a Céspedes, Puig, Morales y Chapman. Aun así, la
mayor de las Antillas siempre ha sido de la contienda
con un entendimiento superior a otros de lo que es “la
pelota de torneos cortos”.
El otro es Colombia, un país que ha hecho esfuerzos
extraordinarios para desarrollar su béisbol de la mano de
los hermanos Rentería y los hermanos Cabrera, quienes
necesitan de todo el apoyo que se les pueda dar. Esa es
la idea del Clásico: ¡Expandir el béisbol mundialmente! O
eso es lo que nos dicen sus organizadores.
Colombia se presenta con un equipo lleno de
venezolanos que tienen algún tipo de afiliación
familiar con el vecino país y que podría llevarlos a ser
más competitivos, cosa que hay que aplaudir de pie.
MARZO / ABRIL 2017 SPANISH FLUENTIAL 291