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sexualidades-desigualdades-y-derechos

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niños y niñas, entre varios otros. Sin embargo un eje logró «definir» el asunto:<br />

los significados de la igualdad.<br />

Los estudios sobre políticas públicas insisten en que la manera en que<br />

sea definida una cuestión puede determinar que logre visibilizarse y obtener<br />

consenso general acerca de la necesidad de intervenir públicamente sobre<br />

una situación caracterizada como problemática (Cobb y Elder, 1984; Aguilar<br />

Villanueva, 1993). Cómo un asunto sea «definido» condiciona los interlocutores<br />

pertinentes en un debate, la gama de respuestas estatales posibles y el<br />

marco general del debate para los actores participantes del mismo. En esta<br />

línea, pero desde el estudio de los movimientos sociales, Koopmans y Statham<br />

refieren a una «estructura discursiva de oportunidades» que «determina<br />

qué ideas son consideradas ‘sensibles’, qué construcciones de la realidad son<br />

vistas como ‘realistas’ y qué reclamos se toman como ‘legítimos’ en el marco<br />

de una política en cada momento específico» (Koopmans y Statham, 1999:<br />

228). En este caso, la dinámica entre discursos propulsores y discursos reactivos<br />

hizo del debate una discusión en torno los significados de la igualdad.<br />

El principio de igualdad fue el eje central sobre el cual los propulsores<br />

articularon la demanda de matrimonio. «Los mismos <strong>derechos</strong> con los mismos<br />

nombres» era el lema que hacía énfasis, más que en el instituto reclamado,<br />

en la necesidad de deslegitimar prácticas discriminatorias hasta entonces<br />

sostenidas por el Estado. Esta definición del asunto «enmarcó» 13 la demanda<br />

inscribiéndola históricamente y haciéndola inteligible a través de la asociación<br />

con otras análogas como el voto femenino o la equiparación sancionada<br />

en la década de 1980 entre los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio.<br />

Paradójicamente, esta definición del asunto en términos de igualdad<br />

se verá reforzada a partir de las estrategias del discurso opositor. Sobre este<br />

eje girará el debate, no por exclusiva voluntad de sus propulsores, sino especialmente<br />

por la dinámica impuesta por los detractores de la iniciativa, y en<br />

particular por el argumento central de la oposición al matrimonio gay-lésbico:<br />

la llamada «discriminación justa». Desde esta perspectiva, las uniones<br />

homosexuales serían diferentes en cuanto a su composición y fines respecto<br />

de las heterosexuales y por lo tanto, no debiera otorgárseles el mismo estatus<br />

jurídico. Para mostrar la voluntad de otorgar <strong>derechos</strong> a las parejas homosexuales,<br />

estos sectores contrarios al matrimonio propusieron entonces lo<br />

que combatían hace unos pocos años: otras figuras jurídicas –como la Unión<br />

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