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El arte de Francisco Salzillo Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús<br />
la institución pasaron los congregantes de 150 a 800, adoptaron<br />
la espiritualidad de esta cofradía nacida en Florencia en el<br />
siglo XIII, difundida por toda Europa y llegada a Murcia como<br />
hermanada con la de Barcelona. El pequeño libro escrito por<br />
José Antonio Salván contiene, además del comentado grabado<br />
de la imagen titular, una reseña histórica de los orígenes de<br />
este movimiento piadoso, un devocionario de sus prácticas y<br />
la regla de funcionamiento de su estructura organizativa. De<br />
la riqueza informativa sobre tan amplia temática creemos de<br />
interés extractar algunos puntos relacionados con las ceremonias<br />
básicas de esta comunidad –los Ejercicios, Ejercicios ante todo–,<br />
porque ofrecen un punzante contrapunto con lo anteriormente<br />
comentado sobre la deriva mundanal del sentimiento<br />
religioso y descubren la complejidad de esta sociedad en el<br />
plano religioso. Salzillo logrará un notable equilibrio entre<br />
tendencias y gustos contrapuestos, sin dejar de mantener un<br />
personal núcleo de autenticidad devota decididamente tradicional<br />
aunada con un infalible instinto por las preferencias<br />
populares en imaginería sagrada.<br />
Sólo dos breves párrafos aluden en el devocionario servita<br />
a la imagen de las Angustias, el grupo escultórico que<br />
movilizó los entusiastas afectos hacia la compasión mariana.<br />
Dos escuetas y convencionales alusiones muestran el nacimiento<br />
de una hondísima devoción inicialmente prendida en<br />
los valores plásticos de la imagen titular. El verdadero fervor<br />
que alimentaba la fe, sin embargo, no entraba sólo esporádicamente<br />
por los ojos. El fervor se caldeaba en una riquísima<br />
tradición contrarreformista de predominante influencia<br />
jesuítica, actualizadora de prácticas ascéticas ancestrales de<br />
la cristiandad.<br />
Al discurrir don José Antonio Salván sobre la meditación<br />
del Dolor de la Virgen en su comparación con los tormentos y<br />
la muerte de su Hijo, en un pasaje de exaltación contemplativa<br />
se pregunta por la necesidad de llorar día y noche el misterio<br />
amoroso de Dios difunto en el regazo de la “Angustiadísima<br />
reina”, reina” y entonces, el inspirado capellán declara: “Cuando os<br />
miro Señora en esa bella, peregrina y dolorida imagen con<br />
vuestro Hijo difunto en vuestros brazos, os contemplo como<br />
en altar vivo que ofrecéis al Dulcísimo Jesús en sacrificio<br />
vespertino al Eterno Padre por los pecados de los hombres” 50 .<br />
En otro párrafo, la imagen de Salzillo es ensalzada al ponderar<br />
el citado Salván la esmerada veneración que desde su llegada<br />
50 Vid. Salván, J. A. 1756, p. 13.<br />
al templo recibía el “sacro, portentoso simulacro de María<br />
Santísima de las Angustias” 51 .<br />
Sólo esas breves frases descubren un atisbo de la percepción<br />
y apreciación del simulacro artístico. La auténtica<br />
atmósfera simbólica y el océano de emociones desencadenadas<br />
por la imagen pertenecen a un ámbito espiritual del que<br />
sólo cabe intuir sus infinitos matices y las modalidades de su<br />
evolución al paso del tiempo. En el caso de la congregación<br />
servita murciana, la contemplación de la Pasión de Jesús y<br />
la dolorida compasión de su Madre desgranan una permanente<br />
plegaria, para todas las circunstancias y horas del día,<br />
en oraciones, jaculatorias, meditaciones, el místico refugio<br />
del orante en las llagas de Cristo y unos cultos y ceremonias<br />
inspirados en la más estricta piedad contrarreformista.<br />
Estas oraciones están transidas de la finura analítica que en<br />
la época barroca alcanzan la exploración de los estados de<br />
ánimo, y, particularmente, en el arte, el auge iconográfico de<br />
los estados de visión y éxtasis. Las designaciones de diversos<br />
tipos de sentimientos dolorosos en relación con el rezo de la<br />
“Corona Dolorosa” trae al recuerdo los difundidos tratados de<br />
las pasiones ilustrados por los artistas. En la meditación sobre<br />
los dolores de María, el devocionario servita califica sucesivamente<br />
las angustias de la Madre en dolores de: aflicción<br />
(Presentación de Jesús en el Templo. Profecía de Simeón);<br />
tristeza y turbación (Niño perdido); Amargura (Cristo con<br />
la cruz a cuestas camino del Calvario); congoja y aflicción<br />
(Muerte en la cruz); agonía (Cristo descendido en brazos de su<br />
madre); soledad (sepultura de Jesús)– 52 De la lectura de estas<br />
emocionantes efusiones anímicas se intuye en el ambiente de<br />
estas meditaciones y ceremonias una desgarradora compasión<br />
lacrimosa de idéntica naturaleza a la experimentada por el<br />
citado escultor Nicolás de Bussy y escritas por él en las cédulas<br />
introducidas en sus imágenes. 53<br />
La culminación de esta riquísima espiritualidad acendrada<br />
en la plegaria y el ascetismo se alcanzaba en la práctica de<br />
los denominados Ejercicios. Sus contenidos obviamente estaban<br />
inspirados en el altísimo tono emocional evocado, pero,<br />
de acuerdo con un enfoque actualizado de la Hª del Arte<br />
atento a la vigencia y características de las mentalidades<br />
51 Vid. Salván, J. A. 1756, p. 115.<br />
52 Vid. Salván, J. A. 1756, p. 171.<br />
53 Sobre las conmovedoras deprecaciones escritas por Nicolás de Bussy en<br />
cédulas de papel que introducía en sus esculturas, véase el citado trabajo<br />
Gómez Piñol, E. 2003, p. 41-45.<br />
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