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Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús J. L. Melendreras Gimeno También recuerdan a los ángeles de Jesús, los del retablo de Santa Ana del convento de los Dominicos de Murcia, de entre los años 1740-1745, de 0´78 m de altura a ambos lados del altar, en la parte superior al ático 13 . En estas obras de tamaño y formato pequeños, Salzillo se muestra un hábil artista, contorneando y dando precisión a los volúmenes y masas de cuerpos tan diminutos, con difícil ejecución en una anatomía tan pequeña. Salzillo se crece como escultor, actuando como un virtuoso y auténtico maestro de la gubia y el cincel. Para tallar la anatomía de un angelito, que es en realidad un niño pequeño, el escultor tiene que emplear con mucha maña y profesionalidad materiales muy finos, como escofinas, limas buriles, ya que tiene que contornear y moldear bien la figura, dando formas y morbideces a su cuerpo. 13 Sánchez Moreno, José. 1983, p. 125. 198 Ángel semiarrodillado con rostro compungido y lloroso Los cuatro ángeles que adornan el trono del paso de la Virgen Dolorosa de Francisco Salzillo De primorosa, hermosa y bella ejecución podríamos calificar a los cuatro angelitos que acompañan junto a los pies a la Dolorosa de Nuestro Padre Jesús, en los cuatro ángulos del trono, auténtica obra de arte de nuestro inmortal artista murciano Francisco Salzillo. Fueron ejecutados en el año 1756, a mediados del siglo XVIII, alcanzando un coste de 1.350 reales de vellón 14 , más que la propia imagen de la Virgen Dolorosa. Son en cuanto a esta iconografía la obra más perfecta y delicada salida de sus manos. Francisco Salzillo, para dar una nota de colorido, belleza y composición a su paso de la “Dolorosa” del Viernes Santo murciano, hizo acompañar junto a esta bellísima imagen, la composición de estos cuatro deliciosos angelitos, que, colocados a sus pies en los vértices del trono, dan una nota pintoresca al paso. Mostrando sus caras compungidas 15 . La minuciosidad, el detallismo, la perfección y la belleza son las notas más destacadas en un tamaño tan pequeño, 0´50 m de altura aproximadamente cada uno. Si difícil es conseguir la perfección en la anatomía de un hombre o mujer adulto, aún es más complicada la de un niño pequeño, y aquí Salzillo lo consigue de una manera espléndida y espectacular, pleno de detalles anatómicos extraordinarios. En donde la suavidad del modelado, las morbideces de sus miembros, el fino pulimento y las carnaciones sonrosadas, se hacen evidentes en dichas esculturas. El movimiento de manos y pies, en clara composición abierta, se hacen ostensibles en todo momento, en cada uno de los ángeles, como una de las notas más sobresalientes del Barroco, más que barroco, yo diría Rococó. 14 Morales y Marín, José Luis. 1975, pp. 61-62. 15 Sánchez Moreno, José. 1983, p. 129.
Los cuatro ángeles que decoran los ángulos del trono de la Virgen Dolorosa Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús Ángel portando una de sus manos al pecho Los cuatro aparecen en diferentes actitudes: uno recostado, en difícil y atrevida postura en escorzo; otro semiarrodillado, con rostro compungido y lloroso, con las manos abiertas en actitud de desolación; otro llevando su mano enjugándose sus lágrimas al contemplar el dolor de su Madre la Virgen, y, finalmente, otro portando la mano al pecho. Hay que destacar en estas obras el minucioso y detallado estudio de sus bellos contornos y suave modelado en el rostro de cada angelito, así como el peinado y finísimos detalles del cabello muy bien trabajado, con todo tipo de buriles, por el gran maestro murciano. La policromía y las carnaciones sonrosadas en la piel rayan a gran altura; sobre todo, en los delicados paños que cubren sus desnudeces, en tonos azules, verdes y grisáceos. La expresión en sus rostros es la nota más interesante que pone Salzillo a estos ángeles, llenos de auténtico dolor y tristeza al ver llorar a la Virgen, magistralmente reflejada por nuestro artista murciano. Es en ese signo de dolor y angustia mediante la expresión donde apreciamos la gran maestría de nuestro escultor. En resumen diremos que se trata de un sublime trabajo, superando a otros muchos artistas de su época que trataron este mismo tema. Bibliografía BEDAT, Claude. 1971. El Escultor Felipe de Castro. Santiago de Compostela: Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos, C.S.I.C. Cuadernos de Estudios Gallegos. Anejo XX, p. 94. BLUNT, BLUNT Anthony. 1982. Borromini. Borromini Madrid, Alianza Editorial, p. 116. ENGASS, Robert. 1976. Early Eighteenth-Century Sculpture in Rome. T.I. The Pennsylvania State University Press. GARCÍA GAINZA, María Concepción. 1990. El Escultor Luis Salvador Carmona. Pamplona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, p. 113. MORALES Y MARÍN, José Luis. 1975. El Arte de Francisco Salzillo. Murcia: Tip. San Francisco, pp. 59-60 y 61-62. MORALES Y MARÍN, José Luis. 1997. Escultura Aragonesa del Siglo XVIII. Zaragoza: Librería General. Colección “Aragón”. PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier de la. 1975. Investigaciones sobre el Palacio Real Nuevo de Madrid. Madrid Valladolid: Publicaciones del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, pp. 148 y149. SÁNCHEZ MORENO, José. 1944-1945. Vida y Obra de Francisco Salzillo. (Una escuela de escultura en Murcia). 1ª Murcia: Universidad de Murcia, Nogués, pp. 88-90. SÁNCHEZ MORENO, José: 1983. Vida y Obra de Francisco Salzillo. 2ª Ed. Murcia: Editora Regional, p. 120, 125 y 129. WITTKOWER, Rudolf. 1979. Arte y Arquitectura en Italia, 1600/1750. Madrid: Manuales de Arte Cátedra, pp. 307-311. WITTKOWER, Rudolf. 1990. Gian Lorenzo Bernini. Bernini Madrid: Alianza Editorial, pp. 38, 230-231 y 275. A mi madre. JOSÉ LUIS MELENDRERAS GIMENO ES DOCTOR EN HISTORIA DEL ARTE 199
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