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Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús E. Gómez Piñol<br />
Cólera, Ch. Le Brun (XIX) Estados de ánimo (detalle), fray Matías de Irala (XX)<br />
de violencia desatada sobre Jesucristo. Los dos sayones levantan<br />
sus brazos amenazadores con varas de abrojos en las<br />
manos para golpear, pero –sobre todo, el situado al lado de<br />
Cristo– carece del convincente dinamismo de las buenas obras<br />
barrocas en la captación del instante, como, por ejemplo, se<br />
apreciaba en el sayón con la clava del paso de “La Caída”. Tampoco<br />
el verdugo de “Los Azotes” muestra en su rostro airado<br />
la inteligente asimilación por Salzillo de los “affetti” plasmados<br />
por Bernini en sus estudios de emociones exaltadas.<br />
Más bien podría pensarse que ese rostro iracundo se inspira<br />
someramente en series grabadas, como las conocidas y muy<br />
difundidas del francés Le Brun (XIX) , y en el ambiente español,<br />
las estampas (XX) con ilustración de emociones variadísimas<br />
de fray Matías de Irala 78 . Incluso en el “S. Agustín aplastando<br />
a la Herejía”, de Salzillo, se aprecian semejanzas en el tratamiento<br />
de rostros caracterizados como representantes de la<br />
Herejía y del Pecado (XXI y XXII) , con las distorsiones faciales y el<br />
laborioso detallismo de arrugas y fruncimientos de la frente<br />
78 Véase Delgado Martínez, Natalia. 2002, pp. 205-229. Bonet Correa, A.<br />
1978.<br />
140<br />
que aparecen en series grabadas como las citadas. Salzillo<br />
nunca llegará en estos tipos grotescos más allá de sugerir<br />
la estulticia y la brutalidad; aún no había sonado la hora de<br />
la irrupción en el arte de la fealdad desgarradora. Tocaría<br />
a Goya la decisiva invención de romper las cadenas de los<br />
monstruos latentes en el subconsciente. Para ejemplificar las<br />
abruptas contradicciones estéticas y espirituales del siglo XVIII<br />
en España es útil recordar que cuando Salzillo componía el<br />
paso de “Los Azotes”, Goya ilustraba en la Corte la alegría de<br />
vivir y el costumbrismo popular y gozoso de dicho siglo, tan<br />
atractivamente representado en tantas imágenes de Salzillo,<br />
como se aprecia en el popular y famoso Belén, encargado en<br />
1776 79 . El genial artista aragonés, en los años 1777 y 1778,<br />
había entregado a la Real Fábrica de Tapices los cartones<br />
pintados de la “Maja y los embozados”, “El Quitasol”, “El Ciego<br />
de la guitarra”, “El Cacharrero”, etc.<br />
El paso de “Los Azotes” confirma, a nuestro juicio, la habitual<br />
utilización por Salzillo de estampas en la composición de<br />
sus escenas, a la vez que su certera intuición para combinar<br />
motivos tomados en préstamo no sólo de fuentes gráficas,<br />
sino también –sospechamos– de representaciones teatrales<br />
con el fin de obtener sorpresas atractivas y retener la atención<br />
del público que presenciaba las procesiones. Un personaje de<br />
cierto cariz teatral nos parece el curioso sayón sentado en el<br />
suelo, de aspecto bufonesco, que saca la lengua a Cristo en<br />
señal de desprecio –motivo frecuente en el Medievo y en la<br />
obra difundidísima de A. Durero (XXIII) –, con curiosa coleta (¿irónica<br />
alusión a las pintorescas modas capilares de la época?)<br />
79 Sobre el Belén de la familia Riquelme (1776-1800), véase Belda, C.-Moisés,<br />
C. 2001, pp. 165-186.