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Un San Pedro de Alcántara, un Cristo crucificado y un apostolado inéditos de Salzillo Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús<br />
Determinados rasgos de estas pequeñas esculturas de<br />
Apóstoles, como son de entrada la predominancia del componente<br />
lignario, del propio bloque de madera sobre el carácter<br />
plástico, la ya citada tendencia casi general a la frontalidad<br />
desde el planteamiento de las actitudes a la colocación de<br />
las cabezas, la mayoría con cráneos grandes, rostros largos,<br />
de pómulos abultados, cabellos y barbas de talla marcada,<br />
entrecejos anchos, más una común inexpresividad de rostros,<br />
responden y coinciden con las peculiaridades estilísticas,<br />
repetidas por todos los estudiosos sobre la manera peculiar<br />
de hacer de Nicolás Salzillo.<br />
Pero además es cierto que otros estilemas, asimismo ya<br />
señalados, de mayor finura en rostros, manos, labra y disposición<br />
de cabellos, con evidente intención de ablandar y hasta<br />
suavizar el modelado, personalizando los tipos y moviendo<br />
las vestiduras, así como el empleo de una policromía clara y<br />
brillante, fueron compatibles con los rasgos anteriores y caracterizaron<br />
la producción de la última década de vida y actividad<br />
del escultor. Fue esta una fase de cambio y transformación<br />
hacia un mayor perfeccionamiento técnico y progresiva conquista<br />
estética, logros estos aparejados con una dulcificación<br />
en sus obras, debido según opinión unánime de los estudiosos<br />
al influjo del citado Dupar, artista excelente y novedoso, ante<br />
cuyas obras y forma de hacer Nicolás Salzillo conoció el cambio<br />
hacia el Rococó. A tal influjo se unió también la colaboración<br />
e incluso coparticipación pronta en el taller de su propio<br />
hijo Francisco Salzillo (Murcia 1707-1783). Fue éste el mayor<br />
de sus vástagos, bien adiestrado, con capacidad, inventiva y<br />
un sentido de belleza que justifican su mayor fama, que tuvo<br />
que afrontar el taller paterno al morir Nicolás en 1727, para<br />
dar salida a los encargos que quedaban pendientes.<br />
La colaboración de Francisco Salzillo con su padre es un<br />
hecho admitido y visible en imágenes del periodo final de<br />
Nicolás, caracterizadas por contrastes acusados entre fisonomías<br />
y expresiones más personalizadas, una concepción<br />
plástica tendente a la blandura, mayor movimiento que puede<br />
llegar a ser elegancia y diferente policromía. Tal forma de realización,<br />
que cabe entender como hecha a medias, se admite<br />
hoy en el “San José con el Niño” de la parroquia de San<br />
Miguel, posiblemente en el “Niño Jesús dormido” del convento<br />
de Santa Ana, así como quizá en el “San Sebastián” de San<br />
Bartolomé, obras todas en Murcia.<br />
De esta participación de Francisco Salzillo, más de la intervención<br />
del que fue un nutrido taller, en el que también se<br />
adiestraron los otros hijos menores de Nicolás (Patricio y José<br />
Antonio, que después también se declararon escultores), es<br />
posiblemente resultado el conjunto de Apóstoles que pueden<br />
atribuírseles, fundamentándolo en la suma de razones estilísticas<br />
señaladas. Hay parentescos evidentes con otras tallas<br />
existentes y seguras de Salzillo padre, cual la del citado “San<br />
Judas Tadeo” de San Miguel, anterior sin duda pero a modo<br />
de preludio y repetición en todo del más correcto y suelto, ya<br />
indicado, que forma parte de este Apostolado.<br />
Pero también parece evidente la relación con obras juveniles<br />
de Francisco Salzillo, caracterizadas por rasgos afines<br />
como el pequeño formato, proclividad a lo frontal, policromías<br />
planas sólo con rebordes dorados y lo que acabaría siendo<br />
un recurso habitual de impostación, en gran parte de la obra<br />
del famoso autor, la disposición mediante un pie avanzado<br />
y otro retraído, a veces apenas posado. Propio también de<br />
Salzillo hijo es el pliegue doblado o abierto en los cuellos de<br />
las túnicas, que acabó siendo peculiar y hasta convencional<br />
al repetirse en bastantes de sus obras. De hecho, al hacer<br />
mucho mejor de Francisco Salzillo parecen apuntar las figuras<br />
de “San Felipe”, “San Matías” y de las que van sin identificar,<br />
pero de semejantes características, evocadoras de trabajos<br />
suyos como los “Evangelistas” del convento de Santa Verónica,<br />
varias “Inmaculadas” de tamaño reducido, una en ese mismo<br />
recinto, otra en el de Santa Ana, etc.<br />
Es curiosa e innegable la identidad de las peanas, observada<br />
por su actual propietario, señor Jiménez, con las de<br />
los Reyes Magos de Santa Clara la Real, considerados hasta<br />
ahora anónimos. Este detalle, que podría tratarse sólo de una<br />
coincidencia o recurso meramente puntual, pasa y se amplía<br />
ahora a ser una afinidad estilística de rasgos entre ambos<br />
grupos de tallas, pues de entrada coinciden en proximidad<br />
de tamaño (Melchor 29 x 16 x 9,5 cm, Gaspar 27 x 16 x 12 y<br />
Baltasar 27 x 15 x 11). Pero, además, puedo añadir presentan<br />
rasgos fisonómicos análogos, la misma tendencia más a la<br />
inclinación que al verdadero movimiento de cuerpos y siluetas,<br />
pese a la búsqueda de animación, por una parte, en el gesto<br />
repetido de adelanto y retraimiento de los pies y, por otra, en<br />
los perfiles recortados de las vestiduras, la policromía plana<br />
intensa con rebordes dorados, etc.<br />
En última instancia, la relación del Apostolado que se<br />
analiza con los Reyes Magos de Santa Clara la Real desde el<br />
tratatamiento general a los pormenores puede reafirmarse<br />
también, porque Salzillo padre trabajó con asiduidad para<br />
este monasterio, pues para el mismo hizo, al menos, la “Santa<br />
Catalina de Bolonia” reseñada en 1715 y un “San José con<br />
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