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El espacio, el tiempo y la recepción de la escultura de Francisco Salzillo Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús<br />
lo que hicieran los Arfe, y los Becerril, como señalará en su<br />
tratado el marqués de Ureña 8 , citando a Ponz, que recoge ese<br />
espíritu común de clasicismo en todas las esferas artísticas<br />
cultas en el siglo XVIII.<br />
Salzillo italianizante<br />
Salzillo puede ser considerado italianizante por el recuerdo<br />
en sus obras a la gran escultura renacentista italiana, de la<br />
que no se sabe con exactitud qué conocería ni si habría visto<br />
o no alguno de sus ejemplos más significativos, como el celebérrimo<br />
David de Miguel Ángel o su divina Pietá del Vaticano,<br />
ni si llegarían a él modelos concretos de los grandes escultores<br />
italianos del siglo XVII. Aunque esto último parece muy<br />
probable9 . El italianismo de Francisco Salzillo bien pudiera ser<br />
consecuencia de la larga estela de conocimientos de proporción<br />
y composición, tomados en Roma y en Italia por Berruguete<br />
y Becerra, y que, tal como cuenta Juan de Arfe en su<br />
tratado, dejaron éstos en España, eco que pudo sintonizar a<br />
la perfección con la huella italiana que transmitiera Nicolás<br />
Salzillo a su hijo Francisco, quien con toda probabilidad podría<br />
conocer el célebre texto de Arfe.<br />
Se suele aludir a la tendencia italianizante de Salzillo,<br />
relacionada con sus orígenes paternos, por el aparente apego,<br />
según algunos, a la aparente superficialidad frívola del italianismo<br />
del siglo XVIII, de la que participara Nicolás Salzillo,<br />
conforme a esa inclinación hacia lo napolitano de una parte<br />
de la escultura española, basada en brillantes policromías y<br />
sonrosadas carnes10 , con la que conviviría Salzillo en el taller<br />
de su padre.<br />
La teoría del arte en Italia en el Setecientos iba por los<br />
derroteros del abandono del cumplimiento estricto de las<br />
reglas geométricas y aritméticas, emprendidos mucho antes,<br />
para acoger la representación de dimensiones más sensuales<br />
de la naturaleza. Gáurico (De Sculptura. Florencia. 1504)<br />
pone el acento en la fisonomía del rostro humano que proporciona<br />
datos sobre el carácter y temperamento, y acentúa<br />
la expresión de emociones individualizadas. Zuccari (L´Idea<br />
de´pittori, scultori, ed architetti, Turín. 1607) defiende el<br />
naturalismo frente a las excesivas reglas que aprisionaban al<br />
artista. Lomazzo (Trattato dell´arte della pittura. Milán. 1584)<br />
8 Molina y Zaldívar, Gaspar de [marqués de Ureña]. 1785, p. 344. Véase también<br />
sobre este autor: Nicolás Gómez, Salvadora. 2002.<br />
9 Ramallo Asensio, Germán. 2006.<br />
10 Belda Navarro, Cristóbal. 2001, p. 65.<br />
proporciona para guía del artista un sistema de tipos de expresión<br />
diferenciados por su colorido emocional. Sin embargo,<br />
en Roma, con G. P. Bellori (L´Idea del Pittore, dello Scultore e<br />
dell´Architetto. Roma.1672), en el entorno de la Academia di<br />
S. Lucca, se matiza y considera que la obra de arte, aunque<br />
basada en la naturaleza, debe superarla en la perfección de sus<br />
figuras y en lo impecable de sus formas según el bello ideal,<br />
formado por la selección de las bellezas aisladas naturales y<br />
la aplicación de las normas artísticas o regla del arte11 . De<br />
manera que lo sensual-emocional y lo intelectual, sentidos y<br />
razón, permanecen confrontados, pues la inclinación proclive<br />
al naturalismo ha de permanecer contenida por la normativa<br />
del bello ideal, al tiempo que la gracia (cháris) preserva de<br />
su frialdad. Esa cualidad puede darla el color. La clave del<br />
naturalismo en la escultura puede ser la intención previa de<br />
introducir el color en ella.<br />
La tercera vía sería la cercanía al Rococó, con el que la<br />
influencia artística que entra en juego no sería tanto de índole<br />
italiana como francesa12 , característica de la que, en Salzillo,<br />
se habla para imágenes escultóricas concretas como la de la<br />
Santa Mujer Verónica, de “exquisita elegancia rococó” 13<br />
“exquisita elegancia rococó” 13<br />
“exquisita elegancia rococó” . El<br />
arte, asociado al placer de los sentidos y asunto del sentimiento<br />
en el que la sensibilidad y el gusto prevalecen sobre<br />
las normas intelectuales, tiene como primer objetivo el de<br />
cautivar y complacer al espectador (J.B. Du Bos. Réflexions<br />
critiques sur la poèsie et la peinture. París. 1719). Ideas que,<br />
sin embargo, entre los teóricos, encontraban el modelo ideal<br />
en el arte griego clásico y donde el criterio artístico era el<br />
de la elección de las proporciones antiguas. La tendencia a<br />
la conjunción entre gusto sensible y norma clasicista no se<br />
contradice y se aparece, de alguna manera, en algunas obras<br />
de Salzillo (San Rafael (I) ).<br />
En pleno siglo XVIII, la escultura religiosa parecía pretender,<br />
si no tanto la representación de la santidad a través de la<br />
versión sobrenaturalista de tiempos anteriores, al menos inspirar<br />
la devoción hacia las imágenes mediante cierta interpretación<br />
suficiente de lo santo, cercana al concepto de belleza<br />
del sentimentalismo setecentista, aplicado en este caso a la<br />
escultura religiosa. Podría tratarse también de sintonía con<br />
cierto entusiasmo por el espíritu y la belleza contenidos en la<br />
11 Panofsky, Erwin. 1977, p. 121.<br />
12 Sánchez Moreno, José. 1983.<br />
13 Ramallo Asensio, Germán. 1993, p. 28.<br />
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