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Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús E. Gómez Piñol<br />
como substrato conceptual del cual emergen las obras, las<br />
anotaciones sobre el ceremonial de los Ejercicios desvelan<br />
datos de altísimo interés.<br />
Convocados los congregantes con arreglo a lo preceptuado<br />
en las reglas, y en todo momento bajo la dirección espiritual<br />
de los padres corrector y subcorrector, en la capilla de la<br />
Virgen de las Angustias, delante de su altar, se desarrollaban<br />
puntualmente previstas una serie de lecturas, meditaciones y<br />
plegarias recitadas a coro que culminaban en el llamado “exercicio<br />
penal”; la autoflagelación de todos los participantes en la<br />
casi total oscuridad del recinto. Una cuidadosa ambientación<br />
sonora y lumínica contribuía a generar la tonalidad sicológica<br />
apropiada a cada acto de culto. En las comuniones solemnes<br />
“se dispondrá haya música acorde y suave que ayude a la<br />
devoción” 54 . En los Ejercicios, Ejercicios para las primeras lecturas y<br />
meditaciones, “se procurará que la iglesia esté con menos luz<br />
que se pueda para que ayude al recogimiento y devoción”. Tras<br />
un acto de contricción rezado postrados en tierra, una meditación<br />
directamente tomada de libros del jesuita padre Luis de<br />
la Puente –cuya escenificación se comentará mas adelante–,<br />
el recitado de antífonas y el “Stabat Mater” coralmente rezado<br />
por el padre corrector “con voz muy compasiva” y respondido<br />
por los asistentes, llegaba el momento en el cual el director<br />
ordenaba: “Frates...aprehendite disciplinam”, y, con la capilla<br />
a oscuras, mientras a coro se recitaba el Salmo 50: “Miserere<br />
mei Deus, secundum magnam misericordian tuam”, sonaban<br />
los trallazos de las disciplinas sobre las espaldas de los congregantes.<br />
Por último, a una señal del padre corrector cesaba<br />
el castigo físico y “acabado esto sacarán los sacristanes luz<br />
y encenderán las velas” 55 .<br />
La dirección del Ejercicio se realizaba desde la cabecera<br />
de la capilla, a los pies de la Virgen de las Angustias, según<br />
una disposición de notorios contenidos simbólicos plenamente<br />
inspirados por una conjunción de factores sicológicos<br />
y expresivos genuinamente barrocos.<br />
El altar de la Virgen aparecía “decentemente adornado y<br />
con moderado número de luces, que no baxe de seis” 56 . Sobre<br />
la mesa se había colocado un pequeño crucifijo con una vela<br />
y abajo, en el suelo delante del frontal, se veía una calavera.<br />
En plano ligeramente adelantado con respecto al citado altar<br />
54 Vid. Salván, J. A. 1756, p. 153.<br />
55 Vid. Salván, J. A. 1756, pp. 171-175.<br />
56 Vid. Salván, J. A. 1756, p. 162.<br />
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había un banco para el padre corrector y el prior, y delante de<br />
ellos, una mesa con un crucifijo entre dos velas; un hisopo con<br />
su caldereta de agua bendita; un libro de las constituciones<br />
de la congregación; un “compendio” de las consideraciones<br />
del jesuita padre La Puente y un reloj de arena. Al comenzar<br />
los Ejercicios, el corrector se dirigía al pie del altar llevando el<br />
acetre con el hisopo; se postraba en tierra, besaba el suelo y<br />
después rociaba el altar. A continuación recitaba la solemne<br />
invocación al Espíritu Santo: el “Veni Creator Spiritus” y, al<br />
llegar el momento de la lectura de la meditación –de los<br />
textos escogidos del padre La Puente–, se levantaban dos<br />
congregantes nombrados por el padre corrector llamados<br />
“hermanos mortificados”. mortificados” Recibían éstos de los sacristanes,<br />
el del lado derecho, el crucifijo y la vela encendida situados<br />
sobre el altar; el desplazado al lado izquierdo sostenía entre<br />
las manos la calavera. Los dos congregantes permanecían cara<br />
a cara durante las oraciones que precedían a la aplicación de<br />
las disciplinas57 .<br />
Esta insólita escenificación a lo vivo de una espectacular<br />
“vanitas”’ barroca (calavera, reloj de arena, disciplinas) proyectaba<br />
sobre los asistentes una abrumadora presión sensorial<br />
y sicológica dirigida a excitar en ellos la contemplación de la<br />
Pasión de Cristo y la compasión de la Virgen. En torno a una<br />
imagen señera –las Angustias– se desarrollaba el componente<br />
interno espiritual y ascético de la secular tradición española<br />
del culto a las imágenes. La vertiente externa de esta compleja<br />
fenomenología religiosa se manifiesta en las procesiones. Su<br />
asombrosa multiplicidad en el mundo hispánico ha alcanzado<br />
una de sus cimas en la obra de Francisco Salzillo.<br />
Los pasos de la Cofradía de Nuestro Padre<br />
Jesús<br />
El conjunto de ocho pasos procesionales que acompañan<br />
al titular de la Hermandad, Nuestro Padre Jesús ha sido siempre<br />
reconocido como la obra máxima de Francisco Salzillo,<br />
tanto por su planteamiento compositivo general como por<br />
algunas determinadas figuras: el Nazareno de “La Caída”; la<br />
Dolorosa, S. Juan, el Ángel de “La Oración en el Huerto”, el S.<br />
Pedro, del “Prendimiento” y alguno de los sayones, imágenes<br />
todas en las cuales se manifiestan en plenitud algunos de sus<br />
57 Vid. Salván, J. A. 1756. El capítulo XXII (pp. 163-179)recoge todas las<br />
oraciones recitadas durante los Ejercicios de los congregantes intercalándose<br />
en letra bastardilla, entre los textos sagrados, las cuidadosas rúbricas que<br />
marcaba el desarrollo de estos actos penitenciales.