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Texto Completo Libro - Dialnet

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El tiempo de Salzillo Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús<br />

que esto iba a suponer en el abastecimiento alimentario, esta<br />

mayor proporción de grano disponible también facilitó que<br />

una parte importante se pudiese derivar para su comercialización,<br />

y en momentos de necesidad en otras partes de la<br />

Monarquía, que fuese empleado por las elites locales como<br />

uno de los elementos que se introdujeran en la negociación<br />

política con la Corona.<br />

A los cereales pronto se sumaron la vid, el olivo, el cáñamo<br />

o el lino, aunque el triunfo definitivo sería de aquellos cultivos<br />

destinados a la exportación, sobre todo, la barrilla27 .<br />

Esta planta de transformación, empleada en la fabricación<br />

de vidrio y jabón, se convirtió en un factor trascendental<br />

en la posterior evolución económica regional, por cuanto<br />

consolidó y amplió a lo largo del siglo XVIII las roturaciones<br />

iniciadas en los campos murcianos. En cierto modo, se podría<br />

decir que la barrilla –junto a los cereales– logró hacerse en el<br />

secano con el lugar predominante que la sericicultura había<br />

conseguido ocupar cien años antes en el regadío. Un éxito<br />

que contrastaba con la crisis que desde mediados del siglo<br />

XVII arrastraba la producción sericícola, motivada en las malas<br />

condiciones climáticas, el descenso de precios por la reducción<br />

de su demanda internacional y en los fracasos a que habían<br />

conducido todos los intentos para su elaboración in situ28 . No<br />

era extraño, por consiguiente, que desde la década de 1680<br />

muchos vecinos de la huerta de Murcia estuviesen sustituyendo<br />

sus antiguas moreras por la siembra de cereales, a pesar<br />

de la oposición de un concejo tan interesado en mantener<br />

los ingresos impositivos situados en la comercialización de<br />

esta materia prima textil29 . La disfunción creada entre barrilla<br />

y sericicultura se mantendría hasta bien entrado el XVIII,<br />

cuando la recuperación del cultivo de la morera (1740-1750)<br />

propiciase su segunda edad de oro que perduraría en el siglo<br />

XIX30 . Desde ese momento, los dos motores del agro murciano<br />

–la barrilla en el secano, la seda en el regadío– no dejarían de<br />

aportar a sus numerosos productores unas crecidas rentas, que<br />

promoverían el comercio interior, incentivarían el consumo<br />

27 Gris Martínez, Joaquín.1982, y Pérez Picazo, María Teresa, y Lemeunier,<br />

Guy. 1985.<br />

28 Miralles, Pedro. 2002, esp. pp. 59-61.<br />

29 AMM AC 1683 AE 8-III-1683: informe al superintendente don Luis Salcedo.<br />

30 Olivares Galvañ, Pedro. 1976, esp. pp. 108-111. Para la primera época<br />

dorada, Chacón Jiménez, Francisco. 1979, esp. pp. 264-269 y Pérez Picazo,<br />

María Teresa, y Lemeunier, Guy. 1987.<br />

privado y harían descender, sensiblemente, fenómenos sociales<br />

tan endémicos en otros tiempos como el bandolerismo 31 .<br />

Pero tanto barrilla como seda en bruto compartían una<br />

misma peculiaridad: eran materias primas que otorgaban<br />

mayor peso a los componentes extravertidos de una economía<br />

que empezaba a salir, paradójicamente, de una autarquía<br />

acentuada por la crisis de las décadas centrales del Seiscientos.<br />

Esta especialización tuvo que (re)construir unas redes<br />

comerciales que ponían en contacto la producción del reino<br />

de Murcia con los centros de transformación, situados desde<br />

principios del siglo XVIII principalmente en Centroeuropa. El<br />

escaso interés por llevar a cabo esta elaboración en el propio<br />

territorio, e incluso por mantener las pocas instalaciones del<br />

embrionario proceso manufacturero, como sería el caso de las<br />

reales fábricas de hilado de seda fundadas en la capital entre<br />

1770-1800 al estilo piamontés y tolonés 32 , conllevaría una<br />

creciente dependencia del exterior que retardaría –cuando no<br />

impediría– la modernización de las estructuras productivas<br />

y la aparición de un desarrollo económico sostenido. Esta<br />

situación de dependencia era muy similar, por ejemplo, a la<br />

que por esas mismas fechas incurrirían territorios americanos<br />

de la Monarquía, volcados en una intensa explotación de<br />

productos como el cacao 33 . De manera que el crecimiento<br />

agrícola y demográfico que se percibía en toda la geografía<br />

regional –al igual que cien años después sucedería con el auge<br />

de la minería– mayormente promovería un creciente comercio<br />

exterior condicionado por la demanda de estos géneros para<br />

la exportación 34 .<br />

Lo cierto es que tanto los intercambios que utilizaban<br />

rutas de larga distancia como aquellas otras transacciones<br />

que se concretarían en el mercado interior, experimentaron un<br />

fuerte desarrollo durante el siglo XVIII 35 . Gracias a este auge<br />

mercantil –que se unía a los efectos positivos del arsenal–, el<br />

puerto de Cartagena no sólo recuperó la actividad de otros<br />

momentos, sino que se convirtió en la puerta más importante<br />

31 Pérez Picazo, María Teresa, y Lemeunier, Guy. 1988, y sólo del segundo,<br />

1990b. También, Molina Puche, Sebastián. 1997-1998.<br />

32 Olivares Galvañ, Pedro. 1976, esp. pp. 191-197, y Lemeunier, Guy. 1986.<br />

33 Para los casos americanos, Mcfarlane, Anthony. 2001.<br />

34 Las bases económicas en la transición contemporánea en Martínez<br />

Carrión, José Miguel. 2002, esp. pp. 209-227.<br />

35 Pérez Picazo, María Teresa, y Lemeunier, Guy. 1984, esp. pp. 148-152; de<br />

la primera, también 1988.<br />

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